1 . Alenka
New York City, Nueva York
Abril
Hay situaciones en la vida que te cambian para siempre, y se podría decir que algo de eso es lo que me ha pasado a mi en este ultimo tiempo. A nivel profesional no hay nada que cambiaria, he conseguido mi doctorado en finanzas y la satisfacción de poder convertirme en uno de los mejores en mi rubro me lleva a sentirme un hombre sumamente feliz en este ámbito, después de todo soy el dueño de una de la empresas más importante del sector financiero a nivel mundial asique ¿Qué más podría pedirle a la vida? ¿no? Ah, si… amor… cierto, dicen que sin eso la gente no es feliz, pero el problema es que yo lo conocí y no sé si estoy muy de acuerdo con esa teoría.
Enamorarme de Haizel, ha sido exactamente lo mejor y lo peor que me ha pasado en la vida. Por una parte, ella ha hecho que viviera momentos inolvidables, que aprendiera el significado de estar en una relación estable y el querer hacer “planes de vida” con la persona a la que amas, pero por el otro lado, perderla me ha hecho caer de rodillas sobre el suelo llamado “amor”, algo tan intangible como el viento y tan duro cuando golpea como una roca. Sinceramente nunca había querido caer en este terreno justamente por esto, pero bueno, lo intente y no funciono, asique no me lo puedo reprochar.
El estar a cargo nuevamente de este imperio, no ha ayudado como yo creía que lo haría. Puedo estar en una reunión tras otra, puedo viajar a Chicago, Miami, Paris, Roma, o Múnich para cerrar negocios, pero nada me hace olvidarla y esto comienza a frustrarme un poco más de la cuenta.
—Buenos días, señor Gauthier.— Me saludan los empleados que están en el lobby del edificio a medida que voy entrando al mismo.
—Buenos días a todos.— Respondo de la manera más cordial que puedo y voy atravesando el lobby hasta llegar al elevador.
Se siente extraño estar de regreso después de tanto tiempo, y es que, entre mi residencia en Viena para terminar el doctorado y mis constantes viajes de negocio para tratar de olvidarla, apenas he estado aquí presente.
Tan solo cuando las puertas del elevador se abren y me encuentro solo allí, me quito mis lentes de sol, presiono el botón número 55 y al ver mi reflejo en el espejo me preocupo una vez más. He bajado de peso, tengo ojeras y apenas consigo mantenerme despierto durante el día, soy lo más parecido a un zombi que pueda existir —No puedes seguir así. — Me digo y respiro profundo.
En todas estas semanas me he estado debatiendo a mí mismo en como continuar con mi vida, volver a aquel submundo donde el amor no existe y ser el hombre frio que fui una vez, es una opción muy tentadora. Ese es el mundo que conocía antes de Haizel, ese es el mundo que me mantenía en pie y donde yo más cómodo me sentía, pero lo deje todo por ella, me saque la armadura, deje mis armas a un lado y termine perdiendo.
Las puertas del elevador se abren rompiendo mi momento de soledad, y al salir, me encuentro con la mujer que ha llevado gran parte del peso de mi trabajo durante mi ausencia «¿Alenka era su nombre?» Me cuestiono y debo admitir que me he comportado como todo un imbécil con ella a pesar de todo lo que ha hecho por la empresa, ni siquiera, la he recibido tal y como se merece y como suelo hacerlo con toda la gente que trabaja conmigo —Buenos días, señor Gauthier.— Me saluda amablemente y le sonrió levemente.
—Buenos días Alenka.— Respondo y sigo mi camino.
«¿Desde cuándo soy así de frio con la gente que es parte de mi equipo?» Me pregunto y me detengo en seco a mitad del pasillo para regresar a donde ella.
Me paro frente a su escritorio y ella me mira algo preocupada. Sus ojos azules se clavan en mi —¿Necesita algo señor Gauthier?— Me pregunta preocupada y niego.
—¿Hace cuánto que estás en el equipo financiero?— Cuestiono y es que realmente no tengo idea. He estado tan mal anímicamente que ni siquiera me quise dar a la tarea de entrevistar a quien sería mi reemplazo durante mi ausencia.
—Hace dos años señor, el mismo que usted llevaba fuera del país hemos estado hablando por correo electrónico aprobando todos los documentos junto con los demás ¿hay algo que este haciendo mal?— Pregunta bajito.
—No, has llevado las cosas muy bien. Discúlpame si no me he tomado el tiempo de hablar contigo cuando he llegado a la empresa, es que he estado con mil cosas en la cabeza y como sabrás tuve que ponerme al día con todo lo que paso mientras que estuve fuera del país.— Digo algo avergonzado con ella y es que si hay una cosa que siempre cuide como dueño de esta empresa es tratar a los empleados como lo merecen y con ella no lo he hecho.
—No se preocupe señor, yo entiendo, ha estado muy ocupado últimamente.— Responde y me da una leve sonrisa.
—¿Te parece si almorzamos hoy y nos ponemos al día con los nuevos proyectos?— Propongo y es lo única manera que se me ocurre resarcirme con ella.
—Claro que si señor Gauthier, ¿quiere que ordene alguna comida en especifica?— Me pregunto y niego.
—¿Cómo crees? Solo reserva una mesa en el restaurante que tu gustes y llámame por mi nombre, no soy tan mayor, apenas tengo 40.— Digo intentando ser yo mismo una vez más y se sonríe.
—Como guste Gerrard.—
—Y tutéame.— Continúo diciendo y doy una leve palmada en el escritorio para luego seguir caminando —Iré a comenzar el día, si necesitas algo déjame saber, los proyectos ya están distribuidos entre el equipo ¿no? — Digo alejándome hacia mi oficina.
—Si, por supuesto.— Le escucho decir y supongo que lo mejor que puedo hacer para salir de mi depresión post “amor”, es centrarme nuevamente en mi trabajo.
2. Equipo
(Horas después)
No entrar al perfil de Instagram de Haizel para saber qué hace se ha convertido en un reto para mí y la única manera de no tentarme en hacerlo, ha sido trabajar o de lo contrario ocuparme en cualquier tipo de tarea que pueda llegar a ocupar mi cabeza. Un golpe en la puerta irrumpe la concentración que tenia en la hoja de balance y respiro profundo —Adelante— Digo y al levantar mi mirada una vez que se abre la puerta, veo a Alenka.
No le había prestado atención esta mañana, pero el vestido color azul que trae puesto le queda muy bien —Señor Gauthier, solo quería dejarle saber que la reserva en el restaurante es en 20 minutos— Anuncia de manera muy formal.
—Gerrard, que me llamo Gerrard.— Le recuerdo y se sonríe.
—Perdón, no me acostumbro. — Explica tímida y sonrió.
—No te preocupes — Le respondo mientras cierro el programa en la computadora y me levanto de la silla. —¿Dónde has reservado?— Pregunto con curiosidad y se sonríe.
—Su asistente me ha dicho que uno de sus restaurantes favoritos es “Ferro”, supuse que sería una buena manera de no fallar— Me dice simpática.
Sé que ella no tiene la culpa de nada, pero ese restaurante solo me recuerda a ella y los viajes que hice aquí para verla y honestamente es a quien trato de olvidar. —No me lo tomes a mal, pero prefiero ir a otro sitio, ¿te parece? — Propongo y su mirada azul me mira extrañada.
—¿Hay algo malo con ese lugar?— Me pregunta algo preocupada y niego.
—No, solo recuerdos que prefiero olvidar.— Le informo intentando no dar muchos detalles y ella se sonríe.
—¿Cancelo la reserva entonces?— Se asegura y asiento.
—Por favor, escoge cualquier otro sitio que quieras, pero no ese.— Le pido amablemente y de inmediato ella llama de su móvil al restaurante.
[…]
Después de hacerle cambiar de sitio rápidamente, Alenka ha elegido el restaurante “Les Meilleurs.” Honestamente su gusto es exquisito —Buena elección. — Comento y me mira sonriente.
—Qué bueno que te guste, tenía miedo de que no fuera de tu agrado — Confiesa y ahora soy yo quien se sonríe.
El mesero nos lleva rápidamente a nuestra mesa, y Alenka y yo caminamos a la par —No soy tan complicado como la gente cree. Mis gustos son bastantes sencillos.— Explico y antes que el mesero lo haga, yo aparto la silla para que ella se siente.
—Gracias.— Me dice tomando asiento.
Yo hago lo mismo en el puesto que esta justo enfrente al suyo y luego pedimos nuestras bebidas para después comenzar a hojear el menú —Entonces Alenka Zie…— Intento decir, pero no recuerdo su apellido.
—Zielinski.— Intercede y ríe levemente.
—¿Polaca?— Cuestiono dejando mi menú a un lado ya que sé lo que almorzare.
—Mis padres lo son, se mudaron aquí cuando mi madre estaba embarazada de mí, técnicamente soy un poco polaca y americana de nacimiento. — Me explica.
—Es una historia interesante y ¿Qué has estudiado? Porque por lo que he visto has llevado todo muy bien durante mi ausencia — Comento.
—¿Es otra entrevista de trabajo?— Me pregunta un poco nerviosa haciéndome reír.
—¡No! ¡¿Cómo crees?! Solo quiero saber con quién trabajo. Normalmente formo parte del panel de entrevistas, pero he tenido una mala racha en algunas cosas personales y no la he pasado muy bien que digamos. Sinceramente, me siento muy avergonzado por esto, sobretodo porque te haz hecho cargo de cosas muy importantes — Me justifico.
—Entiendo, he pasado por esas rachas también. En cuanto a lo que he estudiado… bueno, tengo una maestría en Finanzas de la Universidad de San Francisco.— Me dice tomándome por sorpresa.
—Con razón te has desenvuelto tan bien, es uno de los mejores programas del país— La halago —Aunque siendo sincero merecerías algo mejor que ser mi mano derecha en la empresa— Admito.
Ella simplemente encoje sus hombros —La verdad es que está muy difícil encontrar trabajo, en algunos sitios dicen que estoy muy calificada y en otros que no tengo experiencia. Pensé que trabajar en su… tu empresa, sería una buena oportunidad, y aprecio muchísimo haber podido ayudar durante su ausencia, aunque ahora no sé que es que pasara con tu regreso — Me explica y sé que lo que me dice es muy cierto.
—Comprendo, es muy triste esa situación para la gente que se esfuerza tanto, pero déjame decirte que ahora que sé que tienes una maestría en finanzas y que me has suplido muy bien, utilizare tu conocimiento de una mejor manera, obviamente con un mejor salario. — Le aseguro y su mirada de abre de par en par.
—¿De verdad?— Me pregunta sorprendida y asiento sin dudarlo.
—Claro, si eres buena, créeme que seré el primero en darte una oportunidad. — Digo un poco más animado.
—Ya verás que sí, no le… te defraudare.— Me responde haciendo que toda mi depresión desaparezca por un momento.
—Entonces, es hora de hacerte conocer el sitio donde trabajas. —
—Soy toda oídos. — Me responde enderezándose un poco más en su silla y sonrió ante su entusiasmo.
[…]
(Esa misma noche)
El almuerzo con Alenka ha cambiado el pésimo humor que tuve durante todo el día, quizás porque ella me hizo olvidar todo mientras conversábamos de trabajo o tal vez porque me di cuenta de que aun soy capaz de hacer algo bueno por alguien, pero como siempre, eso dura muy poco. No hace falta más que pisar esta enorme casa y darme cuenta de la soledad que hay en ella. La ausencia de Haizel se siente en cada rincón de aquí y no sé si pueda resistir esto mucho más.
Me dejo caer sentado en el sofá que está ubicado en el salón y desde aquí miro este gran vacío que antes lo llenaba ella bailando mientras ordenaba o cocinaba, la extraño cada día más y sé que no puedo continuar de esta manera.
—Quizás Juan tiene razón…— Busco mi móvil, abro mi cuenta de Instagram y voy a los mensajes que me ha enviado.
@JuanMoncada: Este es el enlace para el sitio de citas que te decía el otro día. Créate un perfil, hay chicas muy guapas aquí que te podrán hacer olvidarla.
«No pierdo nada con intentarlo, ¿no?» Me convenzo y pulso en el enlace para luego seguir las instrucciones de los datos que necesito ingresar para crearme un perfil.
—Aquí vamos…— Me digo a mi mismo cuando ya termino de crear el perfil y pulso el botón de “publicar.”
3. “Match”
Madrugada del 20 de abril
Resulta ser que esto de los sitios web de citas puede resultar ser un poco adictivo. Ya son las 3am y yo aun sigo mirando los perfiles de las diferentes mujeres que hay aquí y, a decir verdad, me siento todo un novato en esta materia.
¿Qué es lo que estoy buscando? ¿Una mujer para pasarla bien un rato? ¿Una amiga con beneficios? ¿Una novia? ¿Un prospecto de esposa?
Realmente encontrar la respuesta se me hace muy difícil. Antes de conocer a Haizel, yo no tenía ningún interés en el amor. A mis cuarenta años, creía que el amor era una perdida de tiempo y estaba sobrevalorado por la gente, por eso simplemente pasaba mis noches bien acompañado cuando me era posible, y si no, los libros, las películas y mi perfecto mundo era todo lo que existía.
Conocí decenas de mujeres, he estado con muchísimas de ellas, pero lo que nunca imagine es que justo cuando quería tomarme a una de ellas en serio, ella terminaría huyendo de mi vida. Con Haizel imagine no solo esa boda que íbamos a tener, también imagine hijos, viajar por todo el mundo, envejecer juntos e incluso convertirnos en abuelos, pero lo que yo no sabía es que su corazón ya había sido conquistado por otro y que por más que yo quise ser parte de su presente y futuro, el pasado le peso más.
—Bueno tienes que empezar por algo.— Me digo intentando convencerme de que es hora de seguir adelante.
Miro uno a uno los perfiles y ninguna de las hermosas mujeres que hay aqui llama mi atención. Todas las que he visto hasta ahora se ven muy superficiales, exuberantes, y por supuesto que poco naturales.
—Hay de todo aquí…— Murmuro mientras paso el perfil de algunas mujeres de origen ruso, otras italianas, y hasta de Dinamarca. —No estas buscando una modelo…— Me recuerdo hasta que de repente veo la foto de una chica que llama muchísimo mi atención.
Nombre: Jazmín Franco
Edad: 32 años
Profesión: Entrenadora Personal
Hobbies: La moda y las compras
Nacionalidad: Argentina y Mexicana
Leo un poco la descripción que ha puesto de ella y de inmediato sonrió.
—Creo que eres una de esas mujeres que me hará sonreír mucho. — Le digo a la foto y le envió la solicitud. —¿Serás tú quien me haga olvidar a Haizel?— Le pregunto a la foto que aparece en la pantalla y jugando todas las fichas en esta chica, cierro la página, apago el portátil y me decido por ir a la cama antes de quedarme aquí hasta el amanecer.
[…]
Horas más tarde
Cuatro horas de sueño parecen haber sido muchas y es que ya dormir parece haberse convertido en un lujo desde que ella no está. Nuevamente la rutina de entrar a la oficina, saludar a todos, pretender ser el jefe feliz que regreso de cumplir su meta de terminar su doctorado, y hacer que todo este imperio que me he esforzado en construir siga en pie y no se destruya por culpa de mi mal de amores. No puedo fallar, miles de familias dependen de sus trabajos aquí, eso es lo que me recuerdo cada día para seguir viniendo y no optar por la opción de irme de viaje por un largo tiempo una vez más por más tentadora que parezca.
No hago más que bajar del elevador y encontrarme con Alenka quien me sonríe amablemente —Buenos días, señor… eh… Gerrard.— Se corrige haciéndome sonreír.
—Buenos días Alenka.— La saludo amablemente — Perdona que te lo pregunte a ti, pero ya ves que no tengo secretaria ¿Tengo alguna reunión el día de hoy?— Pregunto sin ni siquiera saber en que día vivo.
Ella asiente y busca mi agenda en su ordenador —No se preocupe, yo llevo la agenda suya y mía sin ningún problema. Tiene una reunión a las 11am con el señor Aristizábal del departamento de finanzas, otra reunión a la 1PM con la señora Sáenz para el presupuesto del lanzamiento de la aplicación nueva y otra reunión a las 2:30PM con los dueños de LookOut Enterprises para discutir la adquisición de la empresa.— Me explica amablemente.
—Muchas gracias. Hazte un espacio para la reunión con Sáenz y LookOut Enterprises, quiero que estés presente, quiero que sigas a cargo de algunos proyectos como hasta ahora ¿sí?— Le dejo saber y le sonrió antes de ir a mi oficina.
—Por supuesto.— Me responde antes de llegar a mi oficina y me sonrió al darme cuenta de que ella es demasiado eficiente.
¿Quién dice y Alenka no se convierte en mi mano derecha en la empresa? Creo que realmente necesito a alguien con quien pueda seguir haciendo un buen equipo aun estando aquí, a veces tengo la sensación de que todo el peso de este imperio ha quedado sobre mis hombros y la carga es demasiada para una persona que esta como estoy yo, decaído y sin rumbo en su vida personal.
Tomo asiento en la enorme silla ubicada detrás de mi escritorio, y cuando a punto de encender mi computadora, escucho que llega una notificación a mi celular. Lo saco del bolsillo miro la pantalla y sonrió al ver que es un mensaje de la aplicación de citas.
Jazmín:
Parece que somos un match… hola ¿Qué tal?
«Llego la hora de demostrar tu destreza en esta materia Gerrard…» Me aliento aun sabiendo que soy un novato y puedo quedar como el idiota más grande
4. ¿Qué Hice?
Me la he pasado todo el día de reunión en reunión y entre medio de ellas me he escrito con Jazmín lo más que he podido, pero la verdad es que pareciera un jugador de futbol que hace tres años que no pisa una cancha y es que me siento un idiota en esta materia, o tal vez es porque no estoy acostumbrado a esto del coqueteo virtual por llamarlo de alguna manera.
—Gerrard ¿necesitas algo más?— Me pregunta Alenka mientras salimos de la sala de juntas después de nuestra larga reunión con la gente de LookOut Enterprises, en la cual ella ha desplegado sus habilidades financieras y me ayudo a cerrar el negocio.
La miro con un poco de dudas y es que en verdad no sé si deba o no hacerle esta pregunta, pero ese lado impulsivo mío me gana y ya es tarde para retractarme —¿Alguna vez has tenido una cita usando una de esas aplicaciones de citas?— Le cuestiono y se me queda mirando de manera extraña.
—¿Está… digo estás usando una aplicación de citas?— Inquiere y si, creo que fue una mala idea.
—Olvídalo, no debí preguntar— Digo y sigo caminando hasta entrar a mi oficina, pero para mi sorpresa ella me sigue y entra detrás de mi.
—Gerrard, disculpa, sé que no nos conocemos mucho, ni siquiera debí preguntártelo así, pero es que es extraño ¿Qué hace un hombre como tú en un sitio como ese? Normalmente los hombre que están ahí es porque realmente ya sabes… les cuesta mucho encontrar a alguien o no sé, al menos, eso es lo que creo yo— Comenta mientras que la miro sentado desde mi sillón.
—¿Has usado una de esas aplicaciones alguna vez?— Averiguo.
—Si— Confiesa.
—¿Ves? Yo podría decir lo mismo de ti ¿Qué hace una mujer como tú en un sitio como ese? Eso solo lo usa mujeres a quienes les cuesta encontrar un hombre…—
—¿Crees que no me cuesta?— Cuestiona entrecerrando sus ojos y sonrió.
Sonrió —Mírate— Respondo y con mi maño apunto hacia ella —Te aseguro que la mitad de los hombres de este edificio ya te han pedido una cita— Digo y creo que he abierto mi boca de más porque ella mira hacia el suelo y se acomoda el cabello como si estuviera nerviosa —Lo siento, por favor no me tomes a mal y ni me acuses de acoso y todo eso, te juro que fue sin mal intensión— Me defiendo y se ríe.
—No te voy a acusar— Responde entre risas y aparta la silla que esta frente a mi escritorio después de haberme pedido permiso con la mirada y se sienta —Pero dígame… dime una cosa ¿Por qué tienes tanta prisa en encontrar a una mujer con quien salir? ¿no crees que es mejor que el amor te sorprenda?— Me pregunta y rio nervioso.
—Me encantaría dejar que me sorprenda ¿sabes? Pero si no hago algo me voy a volver loco, yo no quería enamorarme y lo hice de una mujer que me rompió el corazón cuando decidió volver con su ex novio y bueno aquí estoy yo, un hombre de 40 años aprendiendo a amar y con una decepción amorosa tratando de salir adelante, asique por eso estoy tratando de encontrar a esa mujer que me quiera de verdad y a quien yo pueda querer— Expongo.
Ella asiente —Entiendo, y discúlpame, sé que no debería meterme en esto, pero deberías primero intentar olvidarte de ella para después poderte enamorar, porque eso de que un clavo saca otro clavo no sé que tan efectivo sea— Me sugiere y rio.
—Oye, eres muy directa ¿no tienes miedo que te eche?— Bromeo.
—¿Me vas a echar por darte consejos amorosos? ¿Qué dirá la carta de despido? ¿Qué me echas por sugerirte no usar aplicaciones de citas?— Me cuestiona entre risas que me contagian.
—Buen punto. No, no te echare por esto, además, si te soy sincero, nunca vi a nadie tan hábil con los números como tú en esa reunión… yo creí que era bueno y que no conocería a alguien que pudiera hacer buen equipo conmigo, pero me equivoque, eres muy buena y perderte por el simple echo de que me aconsejes no usar una aplicación de citas, no creo que sea muy inteligente de mi parte— Expongo y sonríe.
—Que bueno— Murmura y se levanta de su silla —Bueno, yo te dejo para que sigas con lo tuyo, en una hora me voy, pero si necesitas algo déjame saber— Dice y se dispone a salir de la oficina.
—Alenka— La llamo antes de que salga y ella se da vuelta para mírame con sus ojos azules.
—¿Si?—
—Me gusta hablar contigo ¿te invito una copa after hours y seguimos hablando?— Le propongo y ella mira la hora.
—A las ocho tengo que estar en casa— Explica.
—A las ocho te dejo en tu casa— Digo y no sé que rayos acabo de hacer, pero ya lo hice.
5. ¿Cómo Llegamos a Esto?
Después de mi “metida de pata” por llamarlo de algún modo, Alenka y yo salimos de la oficina y vinimos a un bar que esta a dos calles de la empresa, algo bastante conveniente para no perder tiempo en el pesado transito de la caótica ciudad de Nueva York a las seis de la tarde —¿Aquí esta bien? ¿No?— Pregunto señalando una de las mesas altas que hay al final del establecimiento y ella se sonríe.
—Si, esta perfecto— Afirma y se sienta en una de la butacas mientras yo hago lo mismo frente a ella.
—¿Qué tomas?— Averiguo mientras miro la carta y encoje sus hombros.
—Lo que tomes tú, me da igual— Responde y sonrió.
—¿Cerveza o vodka?—
—Mañana hay que regresar a trabajar— Contesta y reímos.
—Cerveza— Decimos al unísono y sonreímos para que después yo llame al mesero y le pida las cervezas y algo liviano para acompañarlas.
—Y dime ¿Por qué tienes que regresar a las 8? ¿Estas casada? ¿Tienes novio?— Me atrevo a preguntar, aunque no debería, ya que la vida privada de mis empleados no es algo que debería importarme.
—Tengo una hija— Explica y esto no me lo esperaba y creo que ella se ha dado cuenta porque se sonríe —Espero que no creas que eso afectara mi trabajo— Continua y niego.
—No… no… es que simplemente me tomaste por sorpresa ¿Cuántos años tiene? ¿Cómo se llama?— Inquiero mientras el mesero deja las cervezas en la mesa al igual que los nachos y otros bocadillos que ordenamos.
—Tiene cuatro años y se llama Alai— Me dice con una sonrisa que jamás le había visto hasta ahora y bebe un poco de su vaso de cerveza.
—Y… ¿vives con su papá?— Pregunto tímidamente y ahora soy yo quien bebe un sorbo de su vaso.
—Él nunca se hizo cargo de su hija, es decir solo la veía en sus cumpleaños, pero hace un año falleció en un accidente de moto— Explica y vaya historia.
—Ufff… que mal, lo siento—
—En realidad a mi me da pena por Alai, pero a su padre, lo conocí a través de una aplicación de citas, nos vimos cinco veces y me vendió una historia que no era… ya sabes, me bajo el cielo y las estrellas hasta que consiguió lo que quería de mi y luego cuando me enteré que estaba embarazada tuve que buscarlo por todas partes hasta que lo encontré. Yo no quería que me diera nada, solo quería que supiera que iba a ser padre y bueno, esa es la historia— Expresa y ahora entiendo porque esta en contra de las aplicaciones de citas.
—Asique has sacado adelante a tu niña tú sola… eso habla muy bien de ti— Comento.
—Amo a mi hija, es la luz de mis ojos y no me imagino mi mundo sin ella— Me dice y la manera que se ilumina su rostro al hablar de Alai es preciosa.
—Te ves hermosa cuando hablas de ella— Digo y me doy cuenta de mis palabras apenas salen de mi boca —Oye, lo siento… yo… — Trato de explicarme y reímos.
—Te entendí, no te preocupes, y lo siento, sé que no estamos aquí para hablar de mi hija, pero bueno es inevitable cuando me preguntan— Comenta y reímos.
—Supongo que es normal, si yo tuviera hijos probablemente haría lo mismo… pero entonces dime ¿por eso no quieres que use las aplicaciones de citas? ¿tienes miedo de que haga lo mismo que hizo el hombre ese?— Averiguo y se sonríe.
—En realidad, si me permites ser muy sincera, creo que te vas a encontrar con muchas mujeres que se dejarían embarazar por ti para obtener dinero. Eres uno de los hombres más ricos de Nueva York, eres inteligente… atractivo… vamos, quien no deslice a la derecha, te aseguro que esta ciega— Habla y sonrió.
—¿Tú deslizarías a la derecha?— Le pregunto y se me queda mirando fijamente.
—Yo… es que… perdón… no quise decir eso— Murmura nerviosa y noto como sus mejillas se tornan rojas.
—No te pongas así, no pasa nada, es una pregunta inocente— Comento y ríe.
—Una pregunta inocente es que me pregunte que deporte me gusta, no si deslizaría a la derecha al ver su foto en una aplicación de citas— Dice bajito y sonríe.
—Puede ser… pero volviendo al punto, creo que no todas las mujeres harían eso que tú dices o ¿sí?— Digo y ella encoje sus hombros.
—Has la prueba, ten algunas citas con mujeres de la aplicación y me cuentas— Me reta y sonrío.
—¿Es una apuesta o algo así?— Inquiero y encoje sus hombros.
—Tómalo como un experimento— Habla divertida y reímos.
—¿Y si tienes razón que ganas?—
—¿Hay premio?—
—Me gusta que las cosas siempre sean interesantes— Explico.
Ella se sonríe —¿Un aumento de sueldo?— Propone y asiento.
—Esta bien… si salgo con todas las mujeres que escoja de la aplicación que me elijen también, y a la hora de la cita me proponen tener sexo en la primera ocasión, tú ganas… y si una de ellas no es así, yo gano— Expongo.
—¿Y que quieres si ganas?—
Lo pienso por un momento y sonrió —Te voy a contar un secreto, pero no puede salir de aquí—
—Soy toda oídos—
—Se casa mi mejor amigo y no quiero ir solo a su boda, por eso también estoy intentando buscar una cita, asique si no la encuentro, mi cita serás tú ¿Qué dices? ¿Aceptas?— Le propongo y su cara en estos momentos es un poema.
—¿Y cuando es esa boda?—
—En dos semanas, asique no hay mucho tiempo… ¿aceptas?— Insisto y respira profundo.
—Esta bien, pero yo tengo que ver lo que pasa en las citas— Aclara y sonrió.
—Por supuesto— Digo y le ofrezco mi mano para estrecharla, algo que ella acepta de inmediato, y si mi pregunto a mi mismo como termine en esto, no tengo ni idea.
Deja un comentario