El Invitado de la Boda: Capítulos 1-5

Capítulo 1

Hace apenas veinticuatro horas que he llegado a la ciudad de Orlando y aun no puedo acostumbrarme a estar aquí nuevamente. Hace dos años había tomado la decisión de no regresar más aquí, quise aventurarme a vivir en una de las ciudades más famosas del mundo y no todo salió como yo creía. La ciudad de Nueva York no es tal como la muestran en las películas. Los retos son aún mayores cuando quieres aventurarte a tener tu propia firma de arquitectura. El frio puede llegar a ser tan profundo que cala los huesos y de lo único que tienes ganas es de quedarte en tu casa. El mercado es muy competitivo, y si tu nombre no está bien posicionado, es prácticamente imposible triunfar.

Yo me quejaba del húmedo verano de esta ciudad en el centro de la Florida. Me quejaba de que no mucha gente nos tomaba enserio por vivir en una de las ciudades más turísticas del mundo, pero las cosas han cambiado demasiado en estos últimos años. La ciudad ha crecido, las carreteras están en constante proyectos de expansión, y las oportunidades laborales incrementan cada día a consecuencia de que muchas empresas deciden trasladarse a la calidez de esta ciudad para poder mantenerse operativas durante todo el año. Lo que no cambiara jamás es el gran aprecio que me tiene David Parker. Él siempre me ha ayudado en todo, incluso cuando fue mi profesor en la universidad. Aún recuerdo el día que obtuve mi licencia profesional como arquitecto, y él me ofreció tener un porcentaje de propiedad es su firma de arquitectos. Acepte con mucho gusto, pero luego mi espíritu aventurero me llevo lejos de aquí. Aun no sé cómo agradecerle que me permita regresar a trabajar en su firma; mejor dicho, nuestra firma… aún sigo siendo socio de Parker & Associates.

Tomo un sorbo más de café y respiro profundo. Definitivamente este paisaje jamás lo encontraría en Nueva York. El lago Eola se ve más radiante que nunca desde el piso 22 de uno de los edificios más exclusivos de la ciudad; sitio donde vivo gracias a la herencia que me han dejado mis padres al morir. Miro la hora en el reloj de última moda que llevo puesto y supongo que es hora de que comience a alistarme para ir a la boda de la hija de David.

Dejo la taza sobre el desayunador y observo una vez más la invitación de la boda

“Las familias Parker y Torres le invitan cordialmente a la boda de sus hijos Alai Parker y Fernando Torres.”

Aun no entiendo cómo es que nunca he conocido a la hija de David. Se que durante el tiempo que he estado trabajando en la firma, ella ha estado estudiando en la prestigiosa universidad de Los Ángeles, pero ni siquiera en ninguno de los veranos me la he cruzado en la empresa. Tengo entendido que ahora es la gerente de marketing de la firma, y que se reincorporara después de su luna de miel. En cuanto a él, lo único que David me ha contado es que es ingeniero civil y a través de uno de los proyectos es como ha conocido a Alai.

Entro al baño, abro el grifo de la ducha, y mientras espero a que el agua llegue a su temperatura ideal; me despojo de mi ropa. Una vez que el vapor del agua invade el baño, entro a la ducha y dejo que el agua caliente relaje cada uno de los músculos de mi cuerpo. Mi mente viaja por diferentes caminos mientras me ducho, pero debo regañarme y decirme que no tengo todo el día para estar aquí metido. Termino de quitar el champú de mi cabello, y cierro el grifo. Envuelvo una toalla a mi cintura y salgo del baño para comenzar a vestirme.

Camisa blanca, traje negro, corbata gris, y zapatos negros; esa es mi elección para la ocasión. La boda se realizará en uno de los hoteles más importantes de la ciudad y tengo entendido que los invitados son de un alto nivel económico, ya que ese es el circulo de gente con la que se rodea la familia Parker. Miro el reloj una vez más y supongo que es mejor que me vaya, la boda comienza en una hora exactamente.

[…]

Como siempre yo y mi impuntualidad. Estaciono mi BMW edición M Sport Shadow color rojo, que llevaba un tiempo guardado en un depósito, y bajo a toda prisa para intentar llegar antes que la novia. Los dos hombres que están parados en la entrada me abren la puerta y al entrar al vestíbulo; me encuentro con David.

Me mira algo confundido y finalmente sonríe —Tú y tu impuntualidad Martin. — Bromea y se acerca para saludarme.

—Discúlpame David, es que no supuse que el transito estaría tan pesado. — Me excuso, pero su mira se aparta de mi para ver hacia la puerta de entrada.

Puedo notar como sus ojos verdes brillan con fuerza e inmediatamente me doy cuenta de que algo muy especial está sucediendo y necesito saber que es. Al darme la vuelta, me encuentro con la imagen más deslumbrante que he visto en toda mi vida.        

La mujer es increíblemente bella. Tiene unos ojos verdes profundos, tez color caramelo consecuencia del bronceado natural, cabello castaño claro, labios gruesos, y unas curvas que invitan a ser recorridas milímetro a milímetro. Es exactamente el tipo de mujer que puede llegar a volverme loco.

—Hija, te ves deslumbrante. — Le dice David con un hilo de voz.

Ella es la famosa Alai… la única hija de mi socio.

El voltea a verme y sonríe —Martin, te presento a mi hija Alai.— Dice con orgullo y la vuelve a mirar —Hija, él es Martin Daniau; el socio del que te hablado tanto tiempo.— Le dice y apenas puedo mirarlo.

Toda mi atención está puesta en ella y en la desquiciada sensualidad que desprende. Sus ojos verdes me miran fijamente y luego hacen un paneo general de mi persona para luego regresar a mis ojos grises. —Un gusto Martin. – Dice y su voz es mucho más seductora que su misma presencia.

Todo empeora cuando se acerca a mi rostro para saludarme con dos besos a cada lado de mi rostro. Su aroma intoxica, su cercanía consigue un efecto en mí que no lo he sentido jamás, y me pregunto si es normal que un invitado de la boda se enamore a primera vista de la novia.

Capítulo 2

Debo haber enloquecido. Seguramente el calor de la Florida me ha afectado de alguna manera y estoy delirando. No puede ser normal el quedar flechado de la novia de la boda de la cual eres un invitado más. Mi mente está en otro planeta, uno tan lejos que ni siquiera se quien está sentado a mi lado. Solo puedo fijar mi mirada al final del pasillo y observar a Fernando. Definitivamente es un hombre con suerte.

Él es rubio, alto, piel bronceada y unos ojos azules que hoy están constantemente mirando hacia la puerta de entrada de este recinto con la esperanza que la mujer que ama finalmente haga su entrada. No lo conozco de nada, pero le envidio. No sé qué tan normal sea sentir algo así. 

Un enorme silencio se hace presente y es ese mismo silencio el que calla mis pensamientos. Como si el eco hiciese todo mucho más dramático; el ruido de las puertas de madera abriéndose retumban por todo el lugar y son solo segundos los que transcurren para poder oír la marcha nupcial. Al igual que los cientos de invitados que están aquí, me doy la vuelta para apreciar la elegante entrada de la novia y siento que soy yo el que se va a casar. Me late el corazón con demasiada fuerza; tanta que hasta miedo me da. 

Ella camina de manera elegante tomada del brazo de su padre, y en mi interior se provoca una revolución difícil de explicar. No entiendo como con tan solo mirarle me puedo sentir así. No entiendo cómo es que a mis 33 años algo así puede sucederme. No soy un hombre que se impacte fácilmente con la belleza de una mujer, pero no se… algo me ha ocurrido con ella.

Algo sucede cuando ella camina por donde yo estoy. Me es imposible no mirarla como lo hago, pero lo extraño es que ella también me mira e inevitablemente le sonrió. Ella me regresa el gesto, y al verla sonreír mi mundo tiembla de una manera peligrosa. Sigue su camino haciendo que pueda observar el paisaje de su espalda y vaya que es hermosa… 

¿Cómo es que no la he conocido antes? 

Yo tampoco la hubiese dejado pasar… pienso.

Termina de hacer su camino hacia el altar, y aquí estoy yo sintiéndome como el novio que han abandonado para irse con otro. Es una locura, la he conocido hace apenas unos minutos y le siento mía. 

Martin, no seas imbécil. Me grita mi subconsciente sin éxito alguno.

Escucho los murmullos de los invitados contemplando la belleza del vestido de novia y la elegancia del novio. Escucho como muchos aquí están emocionados por esta unión, y en cambio yo me estoy arrepintiendo a cada minuto de mi mala decisión de haberme ido a Nueva York. Quizás si me hubiese quedado en esta ciudad la hubiese conocido antes que Fernando, quizás hoy seria yo con quien ella se estuviese casando.

No hay nada que hacer ahora. El destino, la suerte, o lo que sea que dictamine nuestras vidas han hecho que ella y yo nos conociéramos; también está causando que esa mujer este por convertirse en una mujer prohibida para mí.

No comprendo cómo es que me duele tanto ver su cara de felicidad al encontrarse con Fernando en el altar. Todo esto está muy mal, yo no soy absolutamente nadie en su vida para sentirme como me siento ahora. Yo que decía que era una tontería, yo que estaba decepcionado del amor… el Martin frio, calculador, y distante con las mujeres; ha caído rendido a primera vista de una mujer que esta por casarse, y como si fuese poco… es la hija de mi socio.

Es tanto lo que me he perdido en mis pensamientos, que al regresar a esta realidad escucho el “si acepto” que ambos dicen para unir su vida para siempre. Duele… Duele mucho y más aún cuando es el quien la está besando.

No me queda más que aceptar que he llegado tarde. Debo ser coherente y admitir que todo esto es un delirio. No me pude haber enamorado a primera vista, eso solo pasa en las películas románticas; esas que tantas veces he criticado. Lo único que puedo hacer ahora es pretender que nunca la he conocido y seguir con mi vida.

Esta noche ella estará entre sus brazos. Ya es su esposa, y probablemente pronto se convierta en la madre de sus hijos. Todo esto debo dejarlo atrás como uno de esos delirios que pueden ocurrir en la vida de uno de vez en cuando. No sé si ir a la fiesta sea una buena idea ahora, pero tampoco puedo quedar mal con David. Debo olvidarme de todo esto y simplemente seguir adelante.

Los veo caminar por el pasillo rumbo a la salida tomados de la mano, y ahí nuevamente mi imaginación me juega una mala pasada ¡Suficiente! Me grito a mí mismo y sacudo mi cabeza para salir de este recinto como todo el resto de los invitados y así ir hacia la fiesta que para mí tendrá más espíritu de funeral que de fiesta.

Por fin encuentro a la mujer que puede volverme loco, y la pierdo el mismo día que la conocí.

Vaya suerte la mía… 

Capítulo 3

Aquí estoy parado en una esquina del salón de fiestas con una copa de un fino champagne en mi mano observando como los novios bailan su primera canción juntos. Debo ser el idiota más grande del mundo por sentirme así, pero como muchas veces… siento que llego tarde perdiéndome ciertas oportunidades en mi vida.

Las bodas son todas prácticamente iguales y al llegar el momento del baile de padre e hija y el novio con su madre; llega la oportunidad para que los invitados bailemos con la novia o en el caso de las mujeres, con el novio. Dejo la copa a un lado y espero mi momento para bailar con ella. 

El hombre algo mayor y que supongo que es familiar de la familia del novio se va de la pista, y sin hesitar voy hacia ella. Sus ojos verdes se clavan en los míos haciéndome sentir que descubre uno a uno todos mis secretos. –Hola— Digo colocando una de mis manos sobre su fina cintura y la otra entrelazándola con su mano. 

—Hola.— Dice y sonríe como si estuviese nerviosa.

Nos movemos al ritmo de la canción y analizo cada detalle de ella de cerca –Con todo respeto, eres la novia más hermosa que he visto en toda mi vida. — Me atrevo a decirle.

Es claro que no esperaba escuchar algo así de un hombre que apenas ha conocido el día de hoy. Sus ojos me miran con detenimiento y me imagino todo lo que puede estar pasando por su cabeza en estos momentos.

—Gracias. — Dice finalmente y mira hacia un lado, pero al parecer soy el ultimo con el que debe bailar –Entonces, tengo entendido que regresaras a trabajar a la empresa…— Comenta.

—Sí, el lunes me incorporo nuevamente. — Le informo. 

—Supongo que nos tocara trabajar juntos.— Comenta.

Sonrió ampliamente ante la alegría que provocan esas palabras en mi –Si, ¿Cuándo regresaras tú?— Indago.

—En dos semanas. — Responde y antes que pueda decir algo más, la canción termina haciendo que deba soltarla para volver a ser ese invitado que observa a feliz pareja celebrando su unión. 

[…]

Cierro la puerta de mi departamento, me quito el saco del traje y lo dejo sobre el sofá para luego ir a la cocina y buscar una botella de cerveza. La destapo y camino hacia los enormes cristales que conforman una de las paredes de este departamento. Las luces de todos los edificios alrededor iluminan de manera mucho más espectacular el lago Eola, y esto parece hacer que mi cabeza no deje de maquinar acerca de lo que me ha sucedido hoy.

No puedo sentirme así por una mujer que acabo de conocer; esto no es realista. Supongo que me queda asumir que ella ya no es una posibilidad en mi vida. Supongo que deberé olvidar lo que ha provocado en mí. 

Miro la hora en mi reloj y supongo que bajar e ir a uno de los bares que hay cerca de aquí es una buena opción. Lo que yo necesito es divertirme, olvidarme de ella, y hacer lo que un hombre de mi edad haría; conocer otras mujeres. Dejo la botella sobre el desayunador, camino hacia la puerta, vuelvo a agarrar las llaves y salgo de aquí.

Una de las mejores ventajas de vivir en el centro de Orlando es que todos los bares y discotecas quedan prácticamente a un par de calles de donde yo vivo. Puedo caminar, despejarme viendo a la gente a mi alrededor, y finalmente entrar a uno de los bares que capta mi atención “The Social”, así se llama el sitio. Hay una larga escalera apenas entro que me lleva a una terraza. La música no es la mejor, pero el ambiente es bastante agradable.

Me acerco a la barra, y una rubia de curvas exuberantes y ropa bastante llamativa; si es que se le puede llamar ropa a eso, se acerca a mí del otro lado de la barra y me pregunta que quiero tomar. Para no seguir mezclando bebidas alcohólicas pido otra cerveza y espero pacientemente mientras la sirve. 

—¡Mira a ese tipo!— Dicen unas mujeres que están un poco más alejadas. Me miran y supongo que creen que no hablo español. 

Muchas veces me ha dicho que no parezco de descendencia latina y en ciertos casos me ha jugado a favor. 

Cruzo mi mirada con ellas y las observo. Una es bastante joven de cabello color cobrizo y ojos marrones. Es delgada, no muy alta, y una figura armoniosa. La otra es de cabello negro, ojos marrones, un poco más alta y de curvas pronunciadas. Son lindas, no voy a mentir… pero Alai no se sale de mi cabeza y ese es el problema. En realidad, también es ella el motivo por el cual estoy aquí. 

Debo olvidarla y creo que alguna de esas dos desconocidas puede llegar a ser una opción, ¿Quién sabe? 

Lo que si tengo por seguro es que una mujer recién casada no se fijara en mí y menos sabiendo que su padre y yo somos socios; ese si sería un gran problema. 

Que comience la acción. Me digo a mí mismo y me acerco a las dos desconocidas. 

Capítulo 4

No sé exactamente qué hora es, solo sé que la luz del sol entrando por el ventanal me molesta y que al abrir mis ojos me encuentro con la desconocida de pelo negro que me encontré anoche en el bar. Camila, Clara, Cinthia… ¿Cómo era que me dijo que se llamaba? 

El dolor de cabeza me está matando y honestamente no tengo ninguna intención de volver a tener sexo con esta mujer por muy buen cuerpo que tenga. La cubro con la sabana, me levanto de la cama, busco mi bóxer en el suelo y voy a la cocina.

Un café bien cargado y una aspirina, eso es lo que necesitaba para intentar comenzar este día en el cual no me siento como debería. No me reconozco… No es la primera vez que amanezco con una mujer que apenas conozco, pero si es la primera vez que no me apetece despertarla y volver a comenzar. No sé si deba preocuparme por sentirme así, o es que me he encaprichado con Alai y hasta que no la tenga entre mis brazos no me sentiré bien. 

¿Es acaso eso lo que me sucede con ella? ¿O de verdad me he enamorado a primera vista? 

En mi mente la segunda opción me sigue pareciendo ridícula, pero tampoco me convence la primera. Todo esto es una locura y creo que lo mejor sería olvidarme de ella y de todo esto que me está haciendo sentir un ser irracional.

—Hola bombón.— Me interrumpe la voz de la mujer con la que pase la noche detrás de mí.

Me doy la vuelta para verla, y allí está mirándome expectante tan solo con mi camisa puesta. 

Sé muy bien lo que quiere, pero prefiero ser frio y distante no quiero que se haga ideas —Hola, ¿Quieres un café? — Le pregunto y su rostro cambia por completo. 

—¿De verdad me preguntas si quiero café?— Pregunta indignada. 

Lo único que hago es asentir, pero al parecer esto le ha caído peor porque se da la vuelta para regresar al cuarto y desde aquí le puedo escuchar insultarme. Supongo que me lo tengo merecido, pero no sé qué idea se ha hecho en la cabeza… ¿Acaso ha creído que por lo que ha ocurrido anoche, ella y yo ya tenemos algo?

Son pocos los minutos que pasan hasta que ella regresa a la cocina con su vestido puesto y me grita una última vez que soy un imbécil antes de salir de mi casa. Sí, soy un imbécil por haber puesto mis ojos en una mujer que se estaba casando.

[…]

2 semanas después

Las últimas dos semanas encerrado en mi nueva oficina me han ayudado a no pensar más en ella, pero hoy todo es diferente. Katherine, Marcos, y Javier están terminando de colgar un gran cartel en la pared del pasillo que dice “Welcome Back Alai.” Eso es todo lo que necesite para sentir que se me salía el corazón del pecho.

—Martin, ¿puedo hablar contigo? — Me pregunta David mientras se sirve un café en la cocina de la oficina la cual está ubicada justo enfrente de donde yo estoy parado.

—Sí, claro. — Digo sin dudar.

Le veo salir de la cocina con la taza en mano y me da un leve golpe en el brazo al pasar a mi lado –Ven. — Me pide y le sigo hasta su oficina. –Cierra la puerta por favor.— Me pide.

Cierro la puerta detrás de mí y me siento frente a su escritorio mientras él se sienta del otro lado —¿Qué puedo hacer por ti?— Le pregunto algo confundido.

—El 14 de septiembre hay una convención en Las Vegas a la cual siempre asistimos para poder conectarnos con nuevos clientes de diferentes ciudades del país. Normalmente soy yo quien asiste a esa convención junto con Alai ya que ella es la gerente de marketing, relaciones públicas, etc… Yo este año no podré ir porque Lana y yo estaremos en un crucero. Necesito que tu vayas con Alai ya que eres socio de la empresa. — Me pide.

—¿Yo? ¿Y porque tu hija no va con su esposo? — Pregunto algo confundido.

—Él es ingeniero y si bien trabaja con nosotros en algunos proyectos; él no es parte de esta empresa. — Me explica.

Respiro profundo y asiento –Si ella no tiene inconveniente, no hay problema. – Esa es la única respuesta que se me ocurre darle.

Decirle que su hija me encanta, definitivamente no es una opción…

—Perfecto, le diré a Katherine que saque los pasajes de avión, reserve el hotel, y que te registre para la convención.— Me dice con entusiasmo. 

—De acuerdo. Iré a terminar los planos de la casa de los Thompson.— Me excuso y salgo de su oficina, pero definitivamente no ha sido una buena idea ya que prácticamente me choco con ella en el pasillo.

Sus ojos verdes se clavan en los míos y me sonríe tímidamente. Yo no sé ni que decir, solo puedo apreciar lo bien que le luce el bronceado de su piel y sentir ganas de besarla… —Bienvenida.— Una sola palabra que puedo pronunciar con la intención de ocultar lo nervioso que me pone su presencia.

—Gracias.— Responde y sigue su camino.

No quiero darle vueltas al asunto de que debo viajar con ella a Las Vegas… No quiero imaginarme lo que no debo. No es correcto. Solo puedo entrar a mi oficina y cerrar la puerta detrás de mí para intentar seguir trabajando, aunque dudo que lo consiga. 

Capítulo 5

Estoy intentando concentrarme en el plano que tengo frente a mis ojos, pero el solo pensar que tendré que viajar con ella a Las Vegas me inquieta. Me conozco muy bien, sé que no seré capaz de callarme y decirle lo mucho que me atrae. Un golpe en la puerta irrumpe el mundo de pensamientos en el que me había sumergido, y al ver que es ella quien entra a mi oficina me quedo sin saber muy bien que decirle.

—¿Podemos conversar un momento?— Me pregunta cerrando la puerta detrás de ella.

Observo la manera en que ese vestido negro se ajusta a su definidas curvas y asiento —Si, claro. — Digo y le ofrezco que tome asiento, pero niega. 

—Me ha dicho mi padre que serás tú quien venga a la convención de Las Vegas este año.— Me comenta y asiento.

—Si, me lo ha informado esta mañana y no he podido negarme. Espero que no te moleste.— Respondo no muy seguro de porque está viniendo a hablar de esto conmigo.

¿Acaso no le agrada la idea?

Me da una leve sonrisa y niega —No, no me molesta… pero, creo que es necesario que tú y yo hablemos.— Dice de una manera algo extraña.

Le miro confundido, pero pensando que es una mujer demasiado bella —¿Hablar de qué? Disculpa, pero no comprendo.— Me defiendo y ella ríe nerviosa.

Creo que me he perdido de algo…

—¿Tu no me recuerdas? ¿no?— Me pregunta y ahora sí que comienzo a asustarme. 

—¿Debería recordarte?— Pregunto y me acerco un poco más a ella. —Discúlpame Alai, pero no tengo idea de que es lo que estás hablando.— Refuto. 

Una amplia sonrisa se dibuja en su rostro —El verano pasado viaje a New York con unas amigas para celebrar el que Fernando me pidiese matrimonio y fuimos a un bar del Financial District de allí. — Me dice y mi cara cambia por completo. 

—Es broma…— Interrumpo.

—Tú y yo nos conocimos en ese bar… McFadden se llamaba el bar.— Explica y a pesar de que no recuerdo bien que sucedió, se bien que he estado allí. 

—¿Tú eras la mujer con la que…?— Intento preguntar.

—Soy la mujer con la que te has besado prácticamente toda la noche y luego se fue con sus amigas porque se dio cuenta que le estaba siendo infiel a su prometido.— Me termina de explicar y me estoy sintiendo el idiota más grande del mundo por no haberme dado cuenta que era ella. 

—¿Por eso me has mirado como lo has hecho cuando me viste en tu boda?— Pregunto con un hilo de voz y asiente.

—No podía creer que fueses tu… creí que venias a detener mi boda.— Ríe —pero luego mi padre te presento y me di cuenta de que todo había sido una gran confusión, pero ahora que me dices que no recuerdas nada; todo es mucho más sencillo.— 

Que equivocada que esta… ella cree que porque no recuerdo lo que sucedió aquella noche donde el alcohol inundaba mis venas todo será más simple, pero es todo lo contrario. Nada es simple y mucho menos ahora que sé que mis labios han tenido el placer de besarla, aunque yo no lo recuerde muy bien. 

—Vaya que el mundo es pequeño…— Digo en un intento fallido por mantener la compostura.

¿Cómo puedo hacer como si nada después de saber esto?

—Demasiado… Pero, solo quería hablar contigo para que esto no trajera malentendidos entre los dos, y obviamente que no le digas nada a mi padre y mucho menos a mi esposo.— Me pide.

—Claro, pero ¿puedo preguntarte algo?— Pregunto y sé que, aunque me diga que no lo hare igual.

—Si…—

—¿Por qué no me lo dijiste el día de la boda?— Pregunto y al parecer algo le ha resultado gracioso porque se ríe en mi cara.

—¿Acaso querías que cuando estuviésemos bailando te dijese “recuerdas la noche que nos besamos”? Créeme que allí mismo Fernando me hubiese formado un escándalo digno de ser televisado.— Me explica y si… mi pregunta ha sido muy estúpida.

—De acuerdo, soy un idiota…— Comento.—Si, muy tonta tu pregunta.— Me dice entre risas, pero por dentro me estoy llamando idiota por haber dejado que el alcohol me hiciera perder la oportunidad de haberme acordado de ella. Me he perdido la oportunidad de que algo más hubiese podido suceder. —Bueno Martin, solo quería aclarar este asunto, pero como he dicho antes… que no lo recuerdes hace todo mucho más fácil.— Repite y antes de que pueda decir una sola palabra a mi favor, ella me da una tímida sonrisa y sale de mi oficina dejándome, pensando acerca de que la vida si te da tus oportunidades, pero que a veces uno se las pierde por imbécil

Una respuesta a «El Invitado de la Boda: Capítulos 1-5»

  1. Wow esto se puso bueno desde el capítulo #1, tremendo problema el que tiene Martín por haberse fijado en la hija de su socio y para rematar casada la muchacha, tengo mucha curiosidad de saber que pasará en ese viaje a Las Vegas

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