El Secreto Entre Los Dos – Capítulos 1-10

1: Nuestro Mundo

Jugamos a ser felices, a que nada nos importe y que olvidemos todo, una noche más con estas cuatro paredes como testigo de nuestro amor infinito, es sentir su piel sobre mi piel y tener la sensación de que toco el cielo con la punta de mis dedos, cada movimiento suyo en mi es perfecto y solo puedo soñar con detener el tiempo ahora mismo. Solo él es capaz de hacerme sentir todo esto, su cuerpo tiene la llave que abre todos mis sentidos y me hace enloquecer al punto que debo morder su hombro para callar mis gemidos, me dejo llevar de su mano a ese sitio tan perfecto donde nos olvidamos quienes somos y que todo esto no debería ser. 

—Te amo Mia. — dice sobre mis labios mientras que su cuerpo se deshace de placer junto al mío.

Mi respiración es errante al igual que mis pensamientos, pero lo que siento por él nunca lo dudare —yo también te amo Izan. — digo mientras que mis dedos se pasean por ese sensual tatuaje que tiene en el centro de su espalda alta y que tanto me gusta. Vuelve a grabar la huella de sus labios sobre los míos en medio de un beso intenso y luego levanta su rostro un poco, mira el reloj que esta sobre la mesita de noche y su gesto lo dice todo. —ya tienes que irte, ¿no? — pregunto con tristeza.  

Él sale de mi cuidadosamente, se acomoda a mi lado sobre esta cama que en poco tiempo se volverá un tempano de hielo y me abraza a él. —no quisiera hacerlo. — me susurra —pero, sabes que debo si es que queremos seguir juntos. —

—Lo sé…— sentencio y sin poder evitarlo, apoyo mi oído sobre su pecho, mas precisamente donde está su corazón y me quedo escuchando el ritmo errático de sus latidos —me encanta escuchar tú corazón después de hacer el amor. — murmuro.

Lo escucho reírse bajito y sonrió —lo vuelves loco al pobre, quiere salirse de mi pecho cada vez que estoy contigo. — me susurra a la vez que sus largos dedos se enredan en mi cabello y lo acomoda. Suspira y se que se acerca el adiós… «cuanto odio este momento…» 

—Como desearía que no fuéramos quienes somos…— digo y si, de la felicidad paso a esto cada noche que estamos juntos y así es desde hace dos años «ya debería estar acostumbrada.»

—Mi amor, desearía tanto que las cosas fueran diferentes…— murmura. 

—Lo sé… mejor vete antes que te empiecen a buscar. — le pido y es que prefiero tenerlo, aunque sea así de a momentos que no tenerlo nunca. 

Me separo de él, me siento en el borde de la cama y busco mi ropa en el suelo para comenzar a vestirme —¿puedes escaparte el fin de semana conmigo? — me pregunta de la nada y volteo a mirarlo un poco confundida.

—¿Qué? — pregunto.

Él se pone de pie, se coloca su bóxer y sonríe —tengo que ir a cerrar un negocio de mi padre a Miami, quizás podías venir conmigo. — 

—¿Solo? — pregunto con dudas.

—El piloto, mi guardaespaldas y yo, y como sabes, ellos ya te conocen. — me explica.

—Los únicos que me conocen. — corrijo.

—Exacto. — afirma —¿vienes? — insiste mientras ahora se coloca el pantalón.

—Déjame intentar escapar de Santiago, veré si Micaela se presta para decir que estoy con ella. — explico.

Izan camina hacia mí con su pantalón aun desabrochado y la imagen es de las mas sensuales que puedan llegar a existir en la tierra. Es tan guapo… muero con esos ojos verdes que me miran de esa manera, con su cabello negro azabache desordenado a causa de mis dedos, con esa barba tan masculina y con esos músculos armoniosos que hacen que su cuerpo parezca una escultura…

—Muero por tenerte un fin de semana sola para mí. — me dice sujetando mi rostro delicadamente y luego vuelve a besarme dejando fuego en mis labios.

—Y yo por no tener que irme de tu lado… hare todo lo que pueda, lo juro. — respondo y sonríe.

—Te amo. —

—Yo más. —  respondo y volvemos a separarnos para terminar de vestirnos, él se coloca la ropa con la que vino esta noche y yo simplemente me coloco mi camisón. 

—¿Te quedaras aquí esta noche? — me pregunta mientras recoge su celular y billetera. 

—Si, no tengo ganas de ir a mi departamento, ya es tarde. — explico y sonríe. 

—Mejor, no me gusta que andes sola por la calle a esta hora y llevarte cerca de donde puede aparecer tu prometido o alguien de tu familia no es muy conveniente. — comenta con culpa. 

—No te preocupes, estaré bien. — digo volviéndome a acomodar en la cama.

—Creo que Aida dejo comida en el refrigerador. — explica. 

—¿Puedes dejar de preocuparte tanto? Yo puedo encargarme de cualquier cosa que falte en esta casa. — le recuerdo y sonríe.

Se acerca a mí, me vuelve a besar —siempre me preocupare por ti, eres el amor de mi vida Mia Morelli. — dice sobre mis labios.

—Y tú el mío, Izan De Luca…— rebato y llevo mis manos alrededor de su cuello.

—Piensa lo de Miami. — 

—Lo hare amor, ahora mejor vete, no lo arruinemos todo. — le pido y se que, si esta noche no se va de aquí, todo esto que llevamos cuidando durante dos años podría verse en peligro. 

—Chau. — dice finalmente.

—Bye…— respondo y no me queda mas que verlo salir de esta habitación donde tantas veces somos felices, pero tantas otras me quedo con este vacío queriendo que las murallas que nos separan no existan más. 

Escucho la puerta de entrada de la casa cerrándose mientras me abrazo a la almohada y no dejo de pensar en nuestro encuentro, en aquella noche donde el amor se apodero de nosotros sin saber ni siquiera nuestros nombres y cuando los supimos, ya era tarde, estábamos tan enamorados que no pudimos separarnos. Quizás es nuestro destino vivir así, guardar este amor como nuestro mejor secreto. 

2.Nuestro Encuentro

2 años atrás

Las decenas de clases de etiqueta, los años invertidos en aprender idiomas y el ir a la mejor universidad del país, se resume en esto; un nuevo evento, un nuevo vestido exclusivo de una de las mejores marcas para ser esta mujer de sociedad que me veo obligada a ser para encajar en el mundo en el que se mueve mi padre. Ser la hija de Federico Morelli no es nada sencillo, no solo soy la hija del dueño de la mitad de los casinos y hoteles más importantes de Las Vegas, sino que, de un hombre firme, dominante y que hace que todos a su alrededor actúen a su modo, muchas veces pienso que por eso mi madre lo abandono; lo que no entiendo es porque dejo a su hija de dos años con él. 

—Señorita Morelli, bienvenida. — me dice con demasiada amabilidad el nuevo y flamante socio de mi padre mientras camino por el exclusivo club nocturno que esta siendo inaugurado en la terraza de uno de los mejores hoteles de mi padre.

—Señor Del Cerro, muchas gracias y felicidades nuevamente. — respondo y sonrió levánteme como un gesto de cortesía.

—Muchas gracias, pero puede llamarme Santiago, no hace falta tanto formalismo, apenas le llevo unos pocos años. —  ofrece mirándome fijamente con esos ojos azules como el mar.

—Esta bien Santiago, puedes llamarme por mi nombre también. — digo y miro a mi alrededor —iré a saludar a algunos conocidos. — explico y solo hago un gesto para después alejarme de él.

No tengo nada en contra del nuevo socio de mi padre, pero hay algo en el que no termina de convencerme, quizás es la manera que me mira o tal vez es que mi padre esta confiando mucho en él, no lo sé. 

Continúo caminando por el enorme club nocturno esquivando la gente que hay reunida por grupos conversando y bebiendo champagne, hasta que llego a una de las solitarias barras que hay prácticamente en el fondo del lugar. Se que se supone que vengo en representación de mi padre porque el no pudo venir debido a un viaje de urgencia a Atlantic City para resolver unos problemas en los casinos de allá, pero sinceramente no me siento con muchas ganas de sociabilizar esta noche. 

—A glass of champagne please. — le pido al bar tender que se acerca a mí. 

El joven asiente y rápidamente comienza a buscar la botella de champagne mientras que yo intento pasar de ser percibida mirando como el chico sirve mi copa —serve another one of those please. — escucho que dice una voz masculina bastante ronca y el bar tender rápidamente agarra otra copa para servir otro champagne. 

Al mirar a mi costado, me encuentro con un hombre alto, de pelo negro ojos verdes vestido de esmoquin y con un porte sofisticado que resalta la elegancia que posee. «Es muy, pero muy guapo…» pienso, pero mis pensamientos se ven interrumpidos por el bar tender quien me entrega mi copa. —thanks. — digo e intento alejarme de la barra, pero de repente mi pequeño bolso se cae al suelo —definitivamente hoy no es mi noche. — me quejo mientras me agacho a intentar recoger el bolso, pero una mano lo hace antes.

—Solo se cayo el bolso, no creo que eso haga que sea una mala noche. — dice y al mirarlo, me encuentro con esos ojos verdes frente a mí. Él me sonríe y no puedo evitar fijarme en la perfección de su rostro y esa leve barba que lo hace ver tan masculino. 

—Gracias. — digo cuando me lo entrega —lo sé, el bolso no tiene la culpa, es solo que no estoy pasando por una buena etapa de mi vida y no creo que esta noche vaya a cambiar algo. —  explico mientras ambos nos ponemos de pie. 

—Nunca se sabe. — comenta y mira a nuestro alrededor para luego volver a mirarme —con todo respeto, eres la mujer mas bella del lugar y estoy seguro de que cualquiera de todos estos hombres que están aquí, harían lo imposible por hacer que las cosas mejoren en tu vida. — 

—¿Incluyéndote tú? — pregunto sin rodeos y sonríe con picardía. 

—Definitivamente, yo también. — responde y hace un gesto que me parece de lo mas sensual con sus labios —Soy Izan. — se presenta. 

—Mia. — respondo. 

—Bonito nombre. — comenta.

—Gracias. — 

—¿Salimos a la terraza para conversar mejor? — propone. 

—Me parece perfecto. — acepto y sin mas caminamos por el lugar hasta salir a la terraza. 

Una vez allí, nos ubicamos alrededor de una de las mesas altas de coctel y el aire seco de la ciudad junto a la infinidad de luces de Las Vegas Strip hace que el ambiente sea único. —¿tienes novio? — pregunta sin rodeos haciéndome reír.

—Que directo…— digo entre risas. 

Él encoje sus hombros —lo siento, es solo que quiero saber si tengo alguna oportunidad contigo. — confiesa y sonríe.

—No me conoces, y ¿quieres sabes si tienes una oportunidad conmigo? — cuestiono divertida.

Asiente y bebe un sorbo de champagne —así es. —  responde sin vueltas. 

—¿Por qué? — pregunto y ahora soy yo quien bebe un sorbo de champagne. 

—Porque no solo eres la mujer mas hermosa que vi en mi vida, sino que puedo darme cuenta que eres única. —

—No me conoces. — lo interrumpo.

—Es lo que estamos haciendo ahora, ¿no? — responde sin dudas.

—Eso creo…— 

—¿Tienes novio? — repite.

Niego —no, no tengo. — respondo finalmente.

—Bien. — dice con una enorme sonrisa tatuada en su rostro.

—¿Bien? — pregunto cuando él se queda en silencio.

—Bien. — repite. 

—¿Qué significa eso? — indago. 

Él mete la mano en el bolsillo de su pantalón, saca su celular y lo deja sobre la mesa —significa que si consigo tu numero esta noche, podre invitarte a una cita. — responde y mira el celular dándome a entender que lo dejo ahí para que le de mi número.

«Está loco… pero me encanta…»

—¿Esta es tu táctica para conseguir el numero de las mujeres que te gustan? — cuestiono y niega.

—En absoluto, es más, no dejaría que nadie tuviera acceso a mi celular y pudiera revisarlo, pero mira, ahí esta a tu disposición. — explica haciéndome reír.

—Tu táctica es buena. — comento divertido.

—¿Funciono? — pregunta pícara. 

No digo palabra alguna, solo tomo el celular y anoto mi numero para luego volver a dejarlo sobre la mesa —espero que esto responda tu pregunta. — digo y muerdo mi labio inferior.

—Lo hizo…— dice y mira la pantalla. —¿te escribo mañana para decirte la hora y dónde? — 

—¿Cuándo? — 

—¿La cita? —

—Si…— 

—Mañana mismo, no quiero dejar pasar el tiempo sin conocerte mejor. — responde y es justo en el momento que quiero responderle, que veo a Santiago acercándose a nosotros. 

—Mia, ¿podrías venir conmigo? quisiera presentarte a unas personas importantes. — me pide y asiento. 

—Lo siento, debo irme. — le digo a Izan y él simplemente asiente mientras que yo me alejo de la mesa para ir con Santiago. 

3.La Realidad

[Presente]

[Mia]

Al día siguiente: 

Como la mayoría de los amaneceres que paso en esta casa, el frio de su ausencia entre estas sabanas es el responsable de que despierte temprano. Ni la perfecta decoración hecha a mi gusto, ni la amplitud de esta habitación, ni el guardarropa exclusivo que tengo aquí, es capaz de sustituir su presencia ni tan solo por un minuto. Esta inmensa casa debió ser nuestro hogar y no nuestro escondite. La cama donde ahora me encuentro sola, debió ser cómplice de noches y amaneceres sin fin, pero en cambio se convirtió en testigo de momentos de pasión donde la mayoría del tiempo el reloj esta en nuestra contra. Resoplo llena de frustración y me levanto para ir a prepararme e irme de aquí para afrontar la realidad de mi vida. 

Estoy por entrar al baño para ducharme, cuando escucho el tono de llamada de mi celular indicando que recibí un mensaje. Rápidamente voy hacia la mesita de noche, lo tomo y al ver la pantalla sonrió.

//Mi amor, buenos días, no olvides que eres lo más importante de mi vida. Te amo, Izan. //  

Respondo inmediatamente a su mensaje mientras que en mi rostro se dibuja la más genuina sonrisa gracias a él. 

//Y tú en la mía, cuídate. Te amo. //

Envió el mensaje y rápidamente continuo con lo que estaba haciendo.

[…]

Estoy acercándome con el auto a la casa donde me toca vivir para poder ser, aunque sea un poquito libre, cuando me doy cuenta que el coche de Santiago está parado en la entrada de coches. 

—¿Qué es lo que está haciendo aquí tan temprano? — me pregunto a mí misma y avanzo con mi auto hasta estacionarme al lado del suyo.

Él no hace nada más que verme llegar y baja del auto mientras que yo hago lo mismo —¿se puede saber dónde estabas? — me pregunta apenas los dos cerramos las puertas de nuestros autos. 

—Salí temprano, ¿algún problema? — cuestiono de mala gana. 

Santiago se acerca a mi cuando estoy llegando a la puerta de mi casa y me toma del brazo —el problema es que soy tu prometido y tenemos un almuerzo de negocios con unos empresarios de Turquía en dos horas. — me informa y yo muevo mi brazo para que me suelte. 

Abro la puerta de la casa, entro y él me sigue —me cambio de ropa y ya nos vamos. — digo e intento seguir caminando mientras escucho el portazo que le da a la puerta. 

—¿Me dirás donde fuiste? — me exige. 

Volteo para verlo y niego —no tengo por qué. — respondo.

—¿No tienes por qué? ¿Olvidas que soy tu prometido y que en ocho meses nos vamos a casar? —  

—¿Cómo olvidarlo? Me lo recuerdas cada día desde que prácticamente me compraste con mi padre. — respondo con rabia. 

Él se sonríe con malicia y se acerca a mí de manera peligrosa —todo hubiera sido más fácil si el día que nos conocimos, tú me hubieras aceptado, pero no… decidiste hacerte la difícil, pero mira, quieras o no, tú serás mi esposa. — me recuerda y decido ignorarlo y seguir caminando hacia mi habitación. 

—Iré a cambiarme para ir a tu dichosa reunión. — sentencio rápidamente me meto en mi habitación y cierro la puerta con llave detrás de mí.

«Maldita la hora que mi padre firmo esa sociedad con Santiago… arruino mi vida completamente.» pienso mientras apoyo mi espalda contra la puerta y dejo que las lágrimas de frustración y rabia salgan de mis ojos. 

[Izan]

Un día más en esta vida que desearía no llevar, una vez más siendo testigo de los negocios que mi padre hace con su socio y quien por obligación será mi suegro. —Izan, ven aquí, no te quedes allí parado, ven y forma parte de este negocio. — me pide Lorenzo. 

—Lorenzo, sabes bien que yo solo me encargo de administrar el dinero, mi hermano es quien es la mano derecha de mi padre. — explico y me mira a modo de reto. 

—Entonces, si solo te quedaras allí parado, ve a buscar a mi hija que esta aburrida en la casa. Llévala a almorzar o de compras, usa tu tiempo para algo útil. — exige y yo solo asiento levemente. 

—Nos vemos después. — digo bajo la atenta mirada de mi padre y de Lorenzo y sin más salgo de la oficina.  

«Maldita la hora que mi padre y Lorenzo pactaron mi matrimonio con Giovanna, maldita la hora en que la conocí en aquella cena entre nuestras familias y ella se obsesiono conmigo… maldita la manera que su padre siempre consigue cumplirle los caprichos a su niñita consentida.»

Abro la puerta de mi auto, entro y me quedo un momento en completo silencio mientras que el infernal calor de la ciudad de Las Vegas me hace sentir que el fuego que me consume por dentro también existe en mi realidad. Cuanto quisiera tomar a Mia de la mano y huir con ella lejos a un sitio donde seamos solo ella y yo, pero las cosas no son tan fáciles, si yo rompo con Giovanna, mi familia pagara las consecuencias con sangre y si ella rompe con Santiago, su padre quedaría en la ruina… eso sin contar la venganza que su tío le tiene jurada a mi familia incluyéndome… 

«Piensa en Miami, solo piensa en eso…» me repito intentando consolarme con la idea de que al menos estaremos juntos por tres días. 

4.El Comienzo de Todo (parte1)

2 años atrás: La Primera Cita

[Izan]

Consulto el reloj una vez más mientras que la espero apoyado sobre mi auto frente a la lujosa casa rodeada por una alta muralla donde me dijo que la venga a buscar. No reconozco el nivel de ansiedad y nervios que me consume en estos momentos, sobre todo cuando estoy acostumbrado a no tomar a ninguna mujer enserio. No entiendo que fue lo que ella me hizo, la vi anoche y supe de inmediato que era la mujer por la cual había estado esperando toda mi vida, «¿es normal esto o estaré enloqueciendo?» Respiro profundo, intento calmarme y quiero pensar que todo saldrá bien, sin embargo, mi respiración se descontrola cuando me doy cuenta que la puerta que está al lado del portón se abre y sale ella. 

Es la mujer más hermosa que vi en mi vida, su porte elegante hace que el vestido color esmeralda resalte ese cuerpo que parece tallado a mano por un escultor que sabe que en el equilibrio está el buen gusto. Su largo cabello esta peinado en ondas convirtiéndose en víctima del movimiento que hacen sus largas piernas mientras camina hacia mí y a medida que se acerca, puedo apreciar de mejor manera esos ojazos grises que son resaltados gracias a su perfecta manera de maquillarse. 

Cruza la calle que nos separa y me acerco a ella para ofrecerle mi mano y ayudarla a subir a la acera —buenas noches. — digo y clavo mi mirada en sus ojos —permíteme decirte que te ves hermosa. — le halago y como resultado me sonríe.

—Muchas gracias, tú no te ves nada mal. — rebate y observa mi vestimenta la cual no es extremadamente formal, pantalón negro, americana haciendo juego y camisa blanca sin corbata y con el cuello desabotonado. 

—Muchas gracias, ¿vamos? — propongo y abro la puerta del lado del pasajero de mi Audi color negro para que ella suba. 

—Gracias. — dice cuando termina de subir y sin más cierro la puerta para luego dar la vuelta y subirme del lado del conductor. —¿puedo saber dónde me llevaras? — cuestiona haciéndome sonreír pícaramente.

—¿Tienes miedo de que te secuestre? — bromeo haciéndola reír. 

—Honestamente, no sería un mal plan… pero no, solo quiero asegurarme de que no me lleves a ningún sitio del cual mi padre sea el dueño. — aclara y sonrió.

—Entiendo, pero no te preocupes, no creo que tu padre sea dueño de este lugar. — explico mientras pongo en marcha el auto. 

—¿Acaso sabes quién es mi padre y de que es dueño? — cuestiona. 

Niego mientras arranco —no y no es que no me interese saber de tu familia, pero esta noche prefiero conocerte solo a ti, y para que te quedes más tranquila, yo soy el dueño del lugar donde te llevare. — informo y al mirarla, noto como juega con su labio inferior. —¿en que piensas? — le pregunto sin rodeos y ríe.

—¿Cómo sabes que pensaba en algo? — cuestiona divertida.

—Te mordiste el labio… hay dos opciones, o estás pensando en algo, o te parezco atractivo. — informo y sonríe. 

—Tienes apariencia de ser un chico malo, pero… te escucho y pareces diferente. — comenta. 

Aparto mi mirada de la carretera por un instante y la miro —¿y que parezco? — indago y vuelvo a mirar a la carretera. 

—Pareces esconder quien eres realmente detrás de esa mirada fuerte, ese físico trabajado y esa pose de hombre seguro. — explica. La miro una vez más y no puedo creer que finalmente una mujer sepa tan bien quien soy con tan solo mirarme y cruzar unas pocas palabras conmigo… es una locura. —¿Qué me miras? ¿Tengo razón o no? — me pregunta sin dejar de mirarme. 

Miro la carretera por un instante y luego vuelvo a mirarla —se mi novia. — digo sin dudarlo y su risa es la respuesta menos esperada de todas.

—¡¿Qué?! ¿te volviste loco? — me pregunta sin parar de reír y niego. 

—En absoluto, desde el primer instante que te vi supe que eras la mujer de mi vida y ahora lo confirmo. — explico. 

Ella vuelve a morder su labio inferior y mira a su alrededor —detén el auto. — me pide de la nada y creo que lo arruine todo. 

—Oye… disculpa, sé que puede sonar como si estuviera loco, pero…—

—Que detengas el auto. — vuelve a repetir y sabiendo que me precipite, hago lo que me pide y orillo el auto y detengo el motor. En contra de todo pronóstico, ella no abre la puerta y sale huyendo, simplemente desabrocha su cinturón de seguridad y me mira fijamente —no puedes pedirme que sea tu novia sin siquiera saber como beso. — me dice de la nada y una genuina carcajada se escapa de mi boca. 

Nuestras miradas no se separan ni un solo instante, es como si el mundo hubiera dejado de existir y una fuerza sobrenatural me arrastrara a ella. Desabrocho mi cinturón de seguridad y me inclino hacia ella mientras que voy llevando una de mis manos al espacio que hay entre su cuello y su precioso rostro, jamás había sentido esta urgencia por sentir los labios de una mujer y tal como lo exige mi ser completo, entro en contacto con sus labios. Ella corresponde a mi beso de la manera más urgente del planeta, es como si hubiéramos esperado toda nuestra vida para que nuestras bocas se encontraran. La perfecta sincronía entre sus labios y los míos hacen que el ambiente dentro de este auto se encienda en llamas al igual que mi cuerpo entero y es tan solo cuando nos quedamos sin aire, que hacemos una leve pausa. 

—¿Dónde me ibas a llevar? — me pregunta agitada y sonrió sobre sus labios.

—A cenar en la terraza de un edificio bajo la luz de la luna, rosas y todas esas cosas que les gusta a ustedes las mujeres…— digo bajo el hechizo de sus ojos y sonríe. 

—Yo no soy como el resto de las mujeres…— me dice firme y vuelve a sonreír.

—¿Y como eres? — cuestiono y acaricio su cabello. 

—Única. — dice imitando las palabras que le dije ayer en nuestro encuentro.  

—¿Y qué debo hacer para una mujer única como tú? — cuestiono. 

Ella me vuelve a besar y muerde su labio —hazme sentir la mujer de tu vida tal y como dices que estás seguro de que lo soy. — me responde. 

—¿Segura? — cuestiono.

—Muy. — 

—Mira que puede que no regreses a tu casa esta noche. — advierto.

—No te preocupes por eso. — responde y la vuelvo a besar. 

—Vamos entonces. — digo y vuelvo a acomodarme en el asiento para abrocharme el cinturón de seguridad y llevarla conmigo a un lugar diferente. 

5. El Comienzo de Todo (parte2)

2 años atrás: La noche de la primera cita

[Mia]

El sabor que sus labios dejaron sobre los míos es dulce, intoxicante y hasta adictivo. Nunca había conocido un hombre así, desde ayer que su mirada no se me borra de la mente, que sus palabras se repiten una y otra vez en mi interior y que llevo grabada la imagen suya en mi cabeza. Él no se parece en nada a nadie que haya conocido hasta ahora y eso es lo que más me está volviendo loca mientras que lo llegamos frente a un lujoso edificio ubicado en el corazón de Las Vegas.

—¿Vives aquí? — pregunto mientras entra al garaje del edificio.

Niega con la cabeza —es un departamento para cuando quiero estar fuera de mi casa. — me explica. 

—De soltero…— corrijo y ríe.  

—Para cuando no quiero estar con gente. — insiste.

—¿Y yo que soy? — cuestiono entre risas. 

Termina de estacionar él auto, se desabrocha el cinturón y se inclina hacia mí —nunca traje a una mujer aquí, tu eres la primera. — me dice a milímetros de mis labios.

—Y también eres virgen… aha…— añado sarcásticamente y ríe. 

—Si te interesa ese dato, deje de serlo a los 17… pero te comento, que el sexo y el amor no siempre van de la mano…— me susurra con esos ojazos verdes clavados en mi… siento que mi corazón está a punto de salirse del pecho y ni hablar de la ridículamente caliente temperatura que quema mi cuerpo entero. 

—¿Y qué quieres decir con eso? — pregunto e intencionalmente muerdo mi labio inferior.

—Que, si tu no quieres que te toque esta noche, no lo hare… que quiero conquistarte porque por ti no es solo deseo lo que siento. — responde y pierdo la cordura cuando sus dedos se enredan en mi cabello y juegan con él. 

—Debería decirte que no, debería decirte que soy una mujer decente que no pasa la noche con desconocidos, debería hacerme la difícil contigo…—

—Pero…— añade robándome una sonrisa. 

—Pero estoy harta de jugar a ser quienes todos esperan que sea y si te soy honesta, me encantas desde que te vi anoche en ese club vestido de esa manera tan masculina y sensual. — confieso y la manera que ahora su mano se ubica en mi nuca, me seduce de maneras infinitas. 

—Conmigo se quien quieras ser…— me alienta y soy yo esta vez quien lo besa con urgencia. 

No puedo explicar lo que me pasa con él… es una locura que nunca había experimentado antes y no sé si es porque jamás había conocido a un hombre tan seguro, tan guapo y tan sexy como él o es porque mi padre prácticamente me vendió con su nuevo socio sin que yo lo supiera. La única certeza que tengo es que quiero ser libre y que él me encanta. —subamos…— le pido sobre sus labios.

—Vamos…— accede y rápidamente se baja del auto para luego venir corriendo a mi lado a abrir mi puerta haciéndome reír. 

—Yo podía hacerlo. — digo divertida y me toma de la mano.

—Soy un caballero, aunque tú no lo creas. — se defiende y de su mano voy caminando por el estacionamiento hasta llegar al elevador. 

Subimos, el presiona el botón que dice “PH” y pone una clave mientras que lo miro sorprendida —¿pent-house? — cuestiono. 

—La mejor vista de todas… aunque esta noche la serás tú. — me dice sensual y se acerca a mi acorralándome entre su cuerpo y la pared. —no sé qué me hiciste, pero estoy loco por ti… dime que sí. — me confiesa apoyando su frente contra la mía. 

—¿A ser tu novia? — cuestiono y asiente.

—Si…— responde y la puerta del elevador se abre dejándome ver un impresionante departamento increíblemente decorado de manera moderna. 

—Llegamos…— digo cuando no se mueve y reímos. Él se separa de mi para que bajemos del elevador y una vez que entramos al pent-house me quedo inmóvil ante la cantidad de cuadros que hay colgando —¿Quién eres? — indago. 

—Izan. — 

—¿A qué te dedicas Izan? — pregunto y me mira extrañado.

—¿De verdad quieres saber todo eso? — me pregunta divertido y niego. 

—La verdad no…— admito.

—¿Y porque preguntas entonces? — averigua. 

«Es una buena pregunta…» —porque nunca hice algo así. — confieso. 

—¿Aceptar la invitación de un completo desconocido? — cuestiona y niego.

Su mirada esta fija en la mía, la distancia es muy corta y estas ganas por él me queman… llevo mis dedos a los tirantes de mi vestido y lentamente los voy bajando para luego abrir el cierre de costado que tiene mi prenda y así dejarlo deslizar por mi cuerpo hasta quedarme en un conjunto de lencería de encaje color negro frente a sus ojos —querer que un hombre que conocí hace menos de 24 horas me haga el amor como un loco. — contesto finalmente mientras que saco mis pies de la prenda que cayó al suelo. 

Su mirada me recorre de los pies a la cabeza haciéndome sentir que sus dedos me han acariciado completamente sin siquiera haberse acercado a mí, finalmente da dos pasos hacia el frente acortando la distancia y acomoda mi cabello a un costado —dime que si por favor… te juro que cuanto más te miro, más seguro estoy que eres quien soñé que sería la mujer de mi vida. — me dice y asiento. 

—Si…— respondo finalmente y su sonrisa triunfal me roba el aire. 

—Te tratare como una reina, te lo prometo. — me asegura y de repente, su brazo rodea mi cintura pegándome a su cuerpo de una manera que me derrite. Su boca se hace con la mía quemándome de tal forma que siento que pierdo toda voluntad y así en medio de besos y caricias, él me levanta en el aire tal y como si no pesara absolutamente nada y hace que enrede mis piernas en su cintura. Mis manos sujetan su rostro queriendo profundizar mucho más nuestro beso y es tanta la urgencia, que no puedo mirar nada de lo que hay a mi alrededor, solo sé que él camina hasta que entramos a una habitación y me ubica cuidadosamente sobre la cama. 

Lo observo parado frente a mí y disfruto del espectáculo que es verlo quitándose la ropa. Comienza por su americana, sigue con su camisa y mientras que sus pies se ayudan mutuamente a quitarse los zapatos, él intenta desabrocharse el cinturón, pero me arrodillo sobre la cama y me acerco a él para luego llevar mi mano sobre la suya —déjame a mí. — le pido y de inmediato quita sus manos. 

Desabrocho lentamente el cinturón y puedo notar como cierra sus ojos cuando mis manos rozan su hombría por encima de la tela, es sexy y me encanta todo lo que descubro de él… —me vas a matar…— se queja sonriente. 

—Aun no… espera un momento más y ya verás…— le advierto y como toda una niña traviesa, termino de desabrochar su cinturón y su pantalón para luego bajarlo bajo su ahora atenta mirada. 

—Me volverás loco…— murmura y coloca sus dedos bajo mi barbilla para levantar mi rostro y besarme nuevamente.

Es en medio de nuestro beso que él se termina de despojar de su ropa y me obliga a retroceder en la cama para que luego caiga de espaldas y su cuerpo sobre el mío. Este nivel de locura es absolutamente nuevo, es tan único que me podría hacer adicta sin ningún inconveniente y todo empeora cuando sus dedos comienzan a hacer magia en mí. Me tocan de manera sensual, irreverente, y alevosa… me hacen ver las estrellas aun dentro de estas cuatro paredes y yo solo quiero más. 

—¿Qué me estas haciendo? — le pregunto entre besos cuando ahora me va quitando la poca ropa que quedaba en mí.

—Amándote… te estoy amando como siempre imagine que lo haría con la mujer de mi vida y por fin estas aquí…— me dice entre besos. 

—¿Cómo puedes estar tan seguro que soy la mujer de tu vida? — pregunto incoherentemente cuando ya mis pechos son atacados por sus labios. 

—Solo lo se… al igual que sé que detrás de las nubes siempre está el sol y que no importa que tan fuerte sea la tormenta, siempre estará allí. — me explica entre beso y beso. 

Puede que esto sea una real locura, pero lo que estoy sintiendo no tiene precedentes… podría perderme una eternidad con él. Me besa completa de pies a cabeza haciéndome sentir tan deseada y tanto deseo, que siento que el aire no llega a mis pulmones. Mis dedos con desespero se deshacen de su bóxer y es sentir su erección rozándome y querer sentirlo en mi de una vez por todas. 

—¿Tienes? — pregunto cómo puedo y asiente. Odio que se separe de mí, que me deje de besar, pero busca su pantalón en el suelo, saca un condón y rápidamente se arrodilla enfrente mío para colocárselo. —eres todo un espectáculo Izan…— digo dejando el nombre en el aire.

—Izan De Lucca…— termina de decir y una vez que termina de colocarse el condón se inclina nuevamente hacia mí. —Izan, el hombre que conquistaste en tiempo record… al que vuelves loco y el que te desea de maneras infinitas. — sentencia y me besa —tu novio… tu amante… y lo que tú quieras que sea. — dice sobre mis labios y cuando me vuelve a besar, su cuerpo se funde en mi creando un universo de nuevas sensaciones que desconocía.

«¿Qué es toda esta locura?» me pregunto mientras que siento que su cuerpo y el mío han sido hechos el uno para el otro… siento que podría sobrevivir de sus solos besos, de sus caricias, de su cuerpo y ahora entiendo lo que me dijo. 

—Izan…— pronuncio su nombre de manera incoherente mientras se mueve en mí. Él me mira, disminuye el ritmo de sus embestidas y espera a que hable —ahora se de lo que hablas…— digo agitada y me aferro a su espalda. 

—¿Qué? — pregunta confundida.

—Yo también sé que eres el hombre de mi vida. — le digo y lo vuelvo a besar. 

No tengo palabras para describir lo que siento ahora… es la locura más increíble de mi vida, la que más vale la pena y la que repetiría infinitamente de tener la oportunidad de hacerlo. Su cuerpo y el mío son lava ardiendo que nos quema haciéndonos perder la razón y aquí convierto su espalda en mi tabla de salvación en medio de este naufragio que no tiene fin ni creo que lo tenga. 

Lo mejor de mi vida tiene nombre y apellido y me mira agitado después de haber caído a un abismo sinfín que no hace sentir plenos y felices. 

6.Vayamos a Miami

(Presente)

[IZAN]

De por si para los hombres, ir de compras a un centro comercial, no es de nuestras actividades favoritas, pero mucho menos lo es cuando a quien acompañamos no es la mujer que amamos. Perdí la cuenta de cuanto tiempo llevo esperándola sentado afuera de los probadores y aunque esto me parezca demasiado aburrido, creo que es mejor estar aquí que en su casa inventándome excusas para intentar no tener sexo con ella. 

Siento demasiadas ganas de huir de esta ciudad, del país y hasta del continente de ser necesario. Quiero tomar a Mia de la mano y pedirle que nos vayamos lejos, que vivamos nuestro amor en libertad, pero eso parece imposible… hay tantas barreras, tanto peligro…

—¿Qué tal me queda este vestido? — pregunta Giovanna abriendo la cortina del probador y mostrándome un sensual vestido color rojo.

Giovanna es una mujer muy hermosa, tiene un cuerpo escultural, ojos negros profundos y una piel color canela que va muy bien con su cabello negro, pero el problema es que ella no es Mia y para mí la única mujer que existe en este mundo es ella. 

—Te queda muy bien. — me limito a decir mientras que ella se da la vuelta mostrándome como le queda el vestido en todos sus ángulos. 

—¿Te imaginas quitándomelo después de la fiesta del viernes? — me pregunta y no entiendo a qué se refiere. 

—¿De qué fiesta hablas? — pregunto confundido. 

—La que dará mi padre en casa. — responde como si fuera una obviedad. 

«Sé que se va a enfadar… solo espero que no arruine mis planes.» 

—No podré ir, estaré de viaje de negocios. — explico finalmente y tal y como imaginaba, su cara se transforma automáticamente.

—¡¿Cómo que no podrás ir?! ¡Es que nunca tienes tiempo para mí! ¡Y ni hablar de que casi ni me tocas! — me reclama haciendo que toda la gente que está a nuestro alrededor nos mire de una manera que me hace sentir vergüenza. 

«Paciencia Izan… paciencia…» me repito y respiro profundo.

Me levanto de la silla, me acerco a ella y la tomo delicadamente del brazo —no sé si te diste cuenta, pero estamos en una de las tiendas más exclusivas de ropa y el que hagas este berrinche es vergonzoso…— le digo bastante enfadado.

—¡Y a mí que me importa! — dice fuerte.

—A ti no, pero a mí sí. Deja de comportarte como una niña caprichosa y entiende que no siempre se puede estar de fiesta en fiesta ni en la cama. — sentencio bajo su mirada llena de furia.

—Es que contigo siempre es así… es más, puedo contar con los dedos de la mano las veces que hicimos el amor…— continua. 

—Este no es ni el lugar ni el momento de hablar de esto, aquí tienes mi tarjeta, paga por esto y cuando termines te veo en el restaurante que está en el lobby central. — le digo totalmente harto de su actitud y le entrego mi tarjeta para luego irme sin darle la oportunidad a rebatir. 

[…]

Paz finalmente… eso es lo que siento cada vez que estoy lejos de ella. No puedo más que sentir rechazo por ella y es por el simple hecho de que prácticamente hizo que no tuviera otra opción que tener esta relación que tenemos. Ella es la culpable de que Mia y yo no pudiésemos huir cuando tuvimos la intención de hacerlo… en fin, Giovanna Tacher es mi pesadilla. 

—Table for one? — me pregunta el host del restaurante.

—Two, my girlfriend will join me later. — le dejo saber y asiente.

—Follow me this way please. — me pide y sin más camino detrás suyo hasta llegar a una de las mesas ubicadas en la mejor sección del restaurante.

Este es uno de mis lugares favoritos, la comida es increíble y el ambiente mucho más. Estoy a punto de mirar el menú, cuando de repente veo a un grupo de personas sentados alrededor de una mesa y para mi sorpresa, la veo a ella. Sus ojos grises se cruzan con los míos y el tiempo parece haberse detenido. Se ve hermosa con ese vestido azul Francia que hace que sus ojos grises resalten mucho más, pero mi alegría desaparece cuando a su lado veo al imbécil de Santiago. Cada vez que lo veo, me hierbe la sangre, no solo porque él es la otra piedra en el zapato, sino porque prácticamente compro a Mia en una negociación con su padre.  Él también hace las cosas más difíciles. 

Lo veo acariciando su mano y quiero matarlo, hago mi mejor esfuerzo por no convertirme en un asesino cada vez que lo imagino tocándola… ella tampoco puede escapar del todo de sus garras y lo entiendo, me mata imaginarla entre sus brazos, pero así nos toca vivir siendo tan del otro y tan ajenos a la vez…El mesero viene a mi mesa, toma mi orden y yo aprovecho este corto instante en soledad para pedirle que le entregue una pequeña nota a Mia.  

“Ve al baño, te espero allí.” Es lo que escribí en el papel que ahora el mesero le está entregando mientras también le entrega el menú del postre. 

Ella me mira como respondiéndome por un “si”, y yo rápidamente me levanto de la silla y voy hacia el pasillo donde están los baños a esperarla. Me mata la ansiedad, una que se calma cuando ella se acerca a mí y yo sin dudarlo, la tomo de la cintura y hago que entremos al baño de mujeres y encerrarnos en una de las cabinas. —¿Qué haces aquí? — me pregunta con sus manos a cada lado de mi rostro.

—Giovanna está comprando ropa y yo decidí esperarla aquí… ¿tú? — 

—Almuerzo de negocios con Santiago. — dice resignada. 

—Apenas te deje esta mañana y ya te extraño como un loco… quiero terminar con todo esto. — susurro sobre sus labios y la beso con toda esta urgencia que siempre despierta en mí. 

—Yo también… necesito estar contigo siempre. — comenta sobre mis labios. 

—¿Pensaste lo de Miami? — cuestiono con desespero. 

—Vayamos a Miami, quiero estar a solas contigo y amarte sin que te vayas de mi lado por la mañana. — responde y soy el hombre más feliz del planeta. 

—Nos vamos el viernes por la mañana, te pasare a buscar al mismo lugar de siempre, ¿sí? — informo. 

—Allí estaré, te amo. — afirma sobre mis labios y me da un corto beso —me iré antes de que me vengan a buscar…— dice y me da un último beso antes de salir de la cabina y después del baño. 

«Eso era todo lo que necesitaba… un sí de su parte para poder sobrellevar lo que resta.»

7.Nuestro Momento

[MIA]

3 días después (viernes): 

Cuando mi nana Milagros me leía los cuentos de princesas y me hablaba de los príncipes azules, nunca me dijo que me tendría que encontrar con mi príncipe azul en un galpón en plena zona industrial de la ciudad para así poder escaparnos un fin de semana solos…

Entro el auto al galpón y allí lo veo a él apoyado afuera de su auto, se ve increíblemente guapo vestido con un jean negro, camiseta del mismo color y lentes de sol… parece el chico malo de las películas. Estaciono mi auto al lado del suyo y apenas bajo, allí está él ofreciéndome su mano como el caballero que es —bienvenida belleza mía. — me dice rodeando mi cintura con su brazo y me pega a su cuerpo para después besarme lentamente como solo él sabe hacerlo. 

—Te extrañe como una loca. — admito con mis dedos enredados en su cabello negro y amo cuando sonríe sobre mis labios.

—Yo a ti, me hiciste demasiada falta…— susurra y esos ojazos verdes se clavan en los míos —¿vamos? — propone y asiento.

 —Vamos. — afirmo y sin más, él me toma de la mano para llevarme hacia la SUV que espera por nosotros. —¡Mi maleta! — exclamo cuando casi la olvido, pero veo a William sacándola del maletero de mi auto.

—Señorita Morelli, tengo todo bajo control. — me dice Will haciéndome reír.

—¡Gracias Will! — digo mientras termino de subir a la SUV y luego Izan sube y se sienta a mi lado. 

—¿Preparada para que no tengas que separarte de mí hasta el lunes? — me pregunta pasando su brazo por encima de mis hombros y haciendo que apoye mi cabeza sobre su pecho.

—Como no tienes idea… me encanta poder tenerte para mi sola estos días. — confieso con una enorme sonrisa tatuada en mi rostro.

William se sube adelante en el asiento del conductor y nos mira a través del espejo retrovisor —¿preparados? — nos pregunta y es que, en realidad, más que el guardaespaldas de Izan, él es nuestro cómplice. 

—Will, arranca que nos espera Miami. — le pide con entusiasmo haciendo que lo abrace con más fuerza. 

[…]

Estar así con él es como beber agua en el desierto, Izan es definitivamente lo único que está bien en mi vida y yo sé que para el también soy lo único bueno que tiene en la suya, en pocas palabras, somos la salvación del otro. 

Es poco el tiempo que tardamos en llegar al aeropuerto privado donde nos espera el avión para irnos —bienvenidos. — nos saluda Damian, el piloto y luego Henry hace lo mismo. 

—Buenos días, una vez que el equipaje este a bordo, podemos salir. — indica mi novio antes de subir al avión.

—Como ordene señor. — señala Damian y sin más subimos a bordo. 

Dejo mi bolso sobre uno de los asientos y rio de felicidad por saber que al menos por unos días seremos solo nosotros. —ven aquí preciosa. — me pide él haciendo un gesto con su mano y rápidamente me acerco a él. —cuéntame… ¿qué quieres hacer en Miami? — me pregunta divertido y sonrió.

—Sabes perfectamente que es lo que quiero hacer…— le susurro mientras llevo mis brazos por encima de sus hombros y ríe.

—Sabes que eso ocurrirá… pero ¿Qué más quieres hacer? ¿quieres que te lleve de compras? ¿quieres ir a la playa? ¿a un concierto? Pide por esa boca que yo te consiento. — dice y amo que sea así conmigo… 

—Solo quiero estar contigo y besarte en libertad. — respondo sin dudarlo y lo beso como si fuera la última vez que lo hare. 

Sus manos viajan por mi espalda lentamente hasta llegar a mi trasero y sigue su travesía hasta que prácticamente me toma en el aire y hace que enrede mis piernas en él —te quiero ahora mismo…— susurra sobre mis labios y sonrió. 

—Esperemos a despegar y vamos a la habitación… amo cuando me haces el amor en el aire. — digo sensual y reímos.

—Te amo…— responde mientras que se las ingenia para sentarse conmigo encima suyo. —quisiera que nuestra vida fuera siempre así…—

—Qué más quisiera yo…— murmuro apoyando mi frente contra la suya y juro que me perdería eternamente en ese bosque que es su mirada. 

Puedo escuchar el ruido de Damian, Henry y William subiendo al avión y preparándolo todo para el despegue, pero yo no tengo ojos más que para verlo a él, para disfrutar de estos instantes de felicidad que nos brinda la vida… para este pequeño mundo que creamos dentro del mundo real… 

—Tengo una sorpresa para ti cuando estemos en Miami. — me dice de la nada y con eso mi curiosidad se dispara a mil. 

—¿Ah sí? — pregunto y sonríe.

—Si… y te encantara…— 

—Si es contigo, no hay duda. — rebato y lo beso. 

—Señor De Luca, despegaremos en cinco minutos. — avisa Damian.

—De acuerdo… ya vamos. — responde sin dejar de mírame y sonríe maliciosamente. —¿Vamos a nuestros puestos? — propone. 

—Vamos…— digo y antes de que me levante de encima suyo, lo beso una vez más. 

8.Nuestro Amor a “Medias”

[IZAN]

Moverme en ella mientras que calla sus gemidos mordiendo mi hombro es un delirio que ínsita a ir por mas, la sujeto fuerte entre mis brazos y hago que volvamos a rodar en esta cama donde la leve turbulencia hace todo un poco más excitante —solo espero que no se caiga el avión en estos momentos. — bromea cuando ahora ella está arriba mía y reímos. 

—Este avión tiene gasolina para rato aun…— le digo provocativamente y me besa para luego morder mis labios.

—Lo sé, tu nunca me fallas mi chico malo…— murmura y suelta mi boca para acomodarse mejor apoyando sus manos sobre mi pecho y arqueando su espalda un poco. 

—Así…— digo con mis manos en su cintura cuando ella comienza a moverse de manera exquisita sobre mí. 

Me posee a su gusto y yo no solo disfruto del placer que inflige en mí, sino que de la sensual vista que es verla excitada y desnuda encima mío. Una de mis manos libera su cintura para explorar su bella anatomía concentrándose en sus pechos —ahhhh…— dice entre jadeos que me matan de placer y se vuelve a inclinar hacia mí para besarme —me vengo…— advierte sobre mis labios y el ritmo de sus caderas se hace un poco más lento provocando una ola de placer que me consume. 

—Déjate llevar mi amor…— le respondo sujetando su rostro con una de mis manos y ubicando la otra en la parte baja de su espalda justo en el límite de su trasero. 

Sus movimientos más precisos me incitan a seguirla a la gloria y en medio de gemidos que callamos a besos, llegamos a un intenso orgasmo que nos hace sonreír sobre los labios del otro —te amo con mi vida. — me dice agitada y me besa una vez más.

—y tú eres mi vida. — rebato aun falto de aire y lentamente ella se separa de mi para acostarse a mi lado. —ven. — le pido estirando mi brazo para abrazarla a mí. 

—Espero que no nos hayan escuchado. — comenta divertida y rio.

—Preciosa, créeme que saben que no estamos durmiendo una siesta. — bromeo mirándola a los ojos y verla sonreír como lo hace ahora es lo que quisiera hacer todos los días de mi vida. 

—Lo se… pero que nos escuchen es otra cosa. — se defiende y el beso que deja en mi pecho me hace sonreír. —qué lindo es tenerte así…— murmura y vuelve a dejar otro beso, pero esta vez más cerca de mis hombros. 

—A mi también me gusta tenerte así, disfruto de cada instante que tenemos juntos…— le digo y antes de que pueda continuar, su boca ahora besa mi cuello. —¿Qué haces belleza mía? — pregunto entre risas.

—Comerte a besos…— murmura pícaramente y continua con su maléfico juego hasta que vuelvo a perderme en el mar de su perfecta manera de amarme.

[…]

Después de un viaje lleno de juegos “permitidos” en aquella habitación del avión, finalmente aterrizamos en la húmeda y caliente ciudad de Miami, no es que estemos en otro país, ni siquiera demasiado lejos de Las Vegas, pero esta pequeña huida era la bocanada de oxígeno que sé que necesitábamos los dos. Este fin de semana no quiero que pensemos en Santiago, en Giovanna, ni en bodas que nos ataran a ellos, solo quiero que seamos los dos, libres y felices.

—¡Hello Miami! — dice apenas bajamos del avión y ríe como si hubiéramos llegado a nuestro paraíso personal. 

—Amo verte así. — le digo tomándola por la cintura y la pego a mi cuerpo —la pasaremos increíble…— 

—No lo dudo…— me responde y muerde su labio inferior haciéndome sonreír.

—¿Vamos al hotel? Tiene playa privada. — explico.

—Vamos… ¿y podemos ir a bailar esta noche? — me pregunta como niña pequeña y sonrió.

—Podemos hacer todo lo que tú quieras… solo que mañana por la noche ya tengo planes para nosotros. — le comento.

—Está bien… ¿y tú reunión? — cuestiona.

—Mañana al mediodía… ahora ven, vamos…—

—¡Que comience la diversión! — exclama y no puedo más que amar cada detalle perfecto suyo. 

La tomo de la mano y la llevo así sin soltarla hasta el auto que espera por nosotros dos. Es tan perfecta la vida cuando estamos juntos y tan dura la verdad cuando debemos afrontarla, no sé qué hare si no encuentro la manera de que terminemos con todo aquello que nos separa, no quiero seguir viviendo nuestro amor a medias, pero tampoco estoy dispuesto a no tenerla ni siquiera de esa manera. Sé que si alguien supiera de esto diría que estamos locos, pero la realidad es que no podemos estar separado así nos obliguen a formar una “familia” junto a quienes no queremos. 

9. Miami

[MIA]

El hotel al que me trajo es de ensueño al igual que es tenerlo a él conmigo. La suite era una tentación para quedarse en ella perdidos entre besos y esta playa privada donde estamos es digna del paraíso. Izan camina hacia mí con una botella de champagne en una de sus manos y en la otra, dos copas, y el paisaje de verlo caminar en traje de baño y con su abdomen al descubierto es totalmente fascinante.  

—¿Aun no entras al agua? — me pregunta cuando llega frente a la reposera donde estoy acostada.

—Te estaba esperando. — le informo y su sonrisa ilumina más que el fuerte sol que hay sobre nosotros. 

Deja la botella y las copas sobre la pequeña mesa que hay entre las dos reposeras y de repente, apoya sus manos a cada lado de mi cuerpo y prácticamente se sube encima mío para comenzar a besarme lentamente —¿te imaginas una vida así? — me pregunta sobre mis labios.

—Por supuesto que si…— digo y paso mis brazos alrededor de su cuello. — 

—¿Tomamos el champagne? —  pregunta divertido y asiento.

—Sí, tengo calor. — comento y reímos.

Él se sienta a mi lado en la reposera y yo rápidamente me acomodo sentándome a su lado —¿ya sabes dónde quieres ir a bailar esta noche? — pregunta mientras abre la botella. 

—No, ¿tienes alguna sugerencia? — cuestiono y su media sonrisa me deja saber que sí.

—Me dijeron que fuéramos a Nikki Beach o LIV night-club. — explica y sirve nuestras copas.

—No sé porque la segunda llama más mi atención. — comento y tomo la copa que me da.

—Entonces a esa iremos. — dice y acerca su copa a la mía —salud por estos días de felicidad absoluta. — propone y sin dudarlo choco mi copa con la suya.

—Salud porque estamos juntos. — añado y rápidamente bebemos el champagne —mmm… mi favorita. — comento al saborear el inconfundible sabor del champagne Moet & Chandon. 

—Por supuesto, ¿crees que te traería otra que no fuera tu favorita? — me pregunta acercándose a mis labios. 

Me besa lentamente y me pierdo en esa manera tan perfecta que tiene de hacerlo —por Dios… cuanto te amo… es que no tienes idea. — murmuro sobre sus labios.

—Claro que lo se mi amor, yo te amo igual o más que tú me amas a mí. — me dice y sentir sus dedos enredándose en mi cabello me hace sonreír, amo cuando hace esto —¿quieres ir al mar? — me pregunta y asiento.

—Sí, solo déjame terminar esta copa. — le pido y una vez que ya nuestras copas están vacías, nos levantamos de aquí para ir hacia el mar, él en un momento de distracción de mi parte, me toma entre sus brazos y corre conmigo hacia el mar mientras que yo le suplico que no nos sumerja de un solo golpe, pero mi suplicas son en vanas cuando las olas nos cubren por completo. —¡Esta helada! — me quejo cuando salimos a la superficie y me las ingenio para abrazarme a él.

—Eso es porque estabas al sol, pero esta exquisita. — intenta convencerme.

Sus brazos me rodean por la cintura y mis piernas lentamente se enredan en su cuerpo mientras que nos dejamos llevar por el movimiento del mar. Una de sus manos me suelta para acomodar mi cabello y me sonríe sin dejar de tener esos ojazos verdes clavados en mi —¿Qué sucede? — pregunto al notar el silencio que hay entre los dos. 

—Nada…— responde, pero sé que miente.

—Sabes que no puedes mentirme, solo dime que sucede. — insisto y me da una sonrisa fingida. 

—No quiero perderte…— me confiesa finalmente y niego de inmediato.

—Jamás me perderás. — le digo firme.

—Prométemelo. — me pide y la mejor respuesta que le pueda dar es un beso.

—Te lo juro, así debamos vernos a escondidas toda nuestra vida, lo haremos… yo no puedo vivir sin ti, ya lo intentamos una vez y no funciono. — le recuerdo.

—Lo sé, fueron los peores dos meses de mi vida…— me repite como lo ha hecho antes.

—Los míos también, sentí que me ahogaba. — digo y su beso calla mi boca. 

Besos que se supones saben a sal a causa del mar, pero solo él puede hacer que sepan a azúcar… me perdería una eternidad con él, habitaría siempre sus labios tan perfectos y convertiría su manera de acariciarme en mi religión. Leí demasiadas historias románticas, pero en ninguna dice que todo lo que crees ser queda a un lado cuando encuentras un amor como este. Muchos podrían llamarle un amor enfermizo por ser ajeno tantas veces y tan mío otras cuantas, pero aquí no hay engaños, entre nosotros solo hay barreras y amenazas que hacen que lo nuestro sea lo que parezca sobrar, cuando en realidad, es lo único que esté bien en este mundo. Es un amor tan verdadero como este sol que quema nuestra piel. 

El tiempo se detiene aquí con él abrazándome, con nuestros cuerpos entrelazados y con esta paz que hace tanto no sentíamos al estar juntos en algún lugar. Aquí solo estamos él, este mar y yo entendiendo que no hay amores perfectos o imperfectos, solo hay amores que son, aunque todo diga que no deben ser. 

10. Libertad Absoluta

[IZAN]

Ella y un vestido de esos diminutos son una mezcla peligrosa, pero también de esas que a mí me encantan, sobre todo cuando somos solo ella y yo en un área VIP de una de las mejores discotecas de la ciudad. La veo bailando en absoluta libertad sentado desde este sillón blanco y su manera de seducirme constantemente, me encanta. Mueve sus caderas dándose la vuelta para dejarme ver el peligro que es que a cada movimiento el vestido se suba más y yo muerdo mi labio inferior en respuesta. 

—¿Te gusta lo que ves nene? — me pregunta acercándose un poco a mí y asiento.

—Sabes que si preciosa. — le respondo de inmediato y me inclino un poco hacia delante para colocar mis manos sobre su cintura y suavemente jalarla hacia mí para que se siente encima mío —me encanta verte así de feliz. — le susurro al oído y muevo su cabello a un lado para tener mayor acceso a su cuello y besarla lentamente. 

Sus brazos se pasan por encima de mis hombros mientras que yo me deleito con su exquisito aroma —solo soy feliz cuando estoy contigo. — me dice y aleja su rostro del mío para así poder besarme. Tengo toda la intención de acomodarla mejor encima de mí, pero ella se levanta y me toma del cuello de mi camisa —bailemos. — me pide sensual y sin poder contenerme a sus encantos, voy con ella hasta el medio del área VIP para movernos al ritmo de la bachata que suena en estos momentos. 

—Detendría el tiempo contigo sonriéndome así. — le digo mientras bailamos.

—Espera un poco más y lo detienes cuando me estés haciendo el amor. — negocia y reímos. 

La magia que existe entre los dos es algo que nadie nunca podrá romper, es sentirla así tan mía y creer que esta es nuestra verdadera vida, viajes, baile, días de playa, y noches de amor, pero por ahora es un paréntesis en medio de nuestra realidad —tu sí que sabes tentarme. — le digo divertido.

—¿Y tú qué? Mira como estas…— rebate de inmediato y muerde su labio inferior mientras que su mano llega al límite de mi pantalón haciéndome sonreír. 

—Esto lo provocas tu… siempre. — le digo al oído y maliciosamente pega su cuerpo más al mío —malvada…— la regaño entre risas.

—Tengo que aprovechar que te tengo solo para mi… no sabes lo que es poder bailar así contigo sin miedo a que alguien nos vea, o besarte como lo voy a hacer ahora sin estar mirando a nuestro alrededor por si nos siguieron. — me dice y sin más su boca se encuentra con la mía en un beso que lo incendia absolutamente todo. 

—Mi amor…— le digo a modo de advertencia y ella me suelta por un momento para buscar la botella de vodka que esta sobre la mesita que hay cerca del sofá —¿Qué haces? — pregunto entre risas cuando ella bebe un sorbo directamente de la botella.

—Festejar que somos libres. — responde de inmediato y me ofrece un poco y yo sin dudarlo acepto y bebo un poco. 

Soy yo ahora quien tiene la botella en su mano y quien le ofrece de beber mientras que seguimos bailando ya un poco más mareados que antes y solo cuando la botella se ha terminado y nuestros pies piden un descanso, la sujeto fuerte por la cintura —¿vamos al hotel? — propongo y asiente. 

[…]

El pasillo del hotel se convierte en una pasarela para nuestros besos que ya no son suficientes para saciar esta sed por el otro, la puerta se convierte en nuestro mayor obstáculo mientras intento abrirla con la tarjeta magnética y la celebración de besos y risas se hace presente cuando conseguimos entrar. No hay alcohol que nos haga quedar sin ganas de nuestra celebración privada, no hay cansancio que pueda con nosotros y es que sabemos muy bien que no podemos desaprovechar ni un solo instante de este tiempo tan nuestro. Nuestras prendas van volando por el aire a medida que vamos acercándonos a la cama y una vez que estamos piel con piel, nos dejamos caer sobre la misma. Me acomodo sobre ella en medio de besos que solo interrumpo para recorrer su cuerpo entero haciéndola delirar de placer. Sus dedos rasguñan suavemente mi espalda mientras que mi boca la saborea poniéndome a mil y solo cuando cumplo mi cometido, vuelvo a subir por su cuerpo hasta llegar nuevamente a su boca y besarla mientras que mis manos apartan aún más sus piernas y de un solo movimiento entro en ella escuchando sus gemidos sobre mis labios. 

—¡Si… así! — me pide mientras comienzo a moverme en ella lentamente y luego aumento el ritmo de mis envestidas. 

Estar en ella es la gloria absoluta, es mi hogar… ese mi sitio en este planeta donde muchas veces me desilusiono de todo, pero después llega este momento y solo quiero vivir por y para ella. Pierdo la noción del tiempo junto a ella mientras que la beso en medio de gemidos que cada vez se hacen más fuertes y cuando ella se aferra un poco más fuerte de mí, sé que el placer absoluto no tardará en llegar. Mis envestidas cobran más fuerza con la única intención de saciarnos mutuamente y así lo conseguimos cuando nos dejamos llevar por un exquisito orgasmo que nos consume. —te amo. — decimos mutuamente entre respiraciones agitadas y cortos besos que sellan todo esto que sentimos ahora. 

Deja un comentario

Blog at WordPress.com.

es_ESEspañol
A %d blogueros les gusta esto: