Capítulo 1: Princesa de Nadie

“Me pregunto si alguien alguna vez se ha visto atrapada en medio de una de sus pesadillas, si a alguien le ha sucedido que aquel castillo donde creía vivir bajo un encanto se ha transformado en un castillo subyugado por un hechizo. Estoy en la espera de un rescate, pero el problema es que el príncipe azul que creía que me rescataría, se ha convertido en el protagonista de esa pesadilla donde me veo atrapada. Todo se ha nublado a mi alrededor; siento ganas de huir, pero estoy presa de su poder. Hay gente que llama a esto una relación toxica, pero yo aún no encuentro el valor, ni la forma para salir de aquí y enfrentar una nueva vida. 

Cada vez que Ian me acaricia, y me habla bonito, aunque sea por un breve instante; tengo la sensación de que he recuperado al hombre del cual me enamore hace dos años atrás, pero luego la realidad vuelve a golpear. Sus manos me acarician con rastros de otra piel, sus labios me besan con las huellas de otros labios, su piel delata su traición, pero no puedo hacer nada; es más fuerte que yo y me sumerge a la profundidad más oscura del mar para que todo vuelva a ser oscuro a mi alrededor. 

Mi inspiración para escribir ha desaparecido, mis ganas por perseguir mis sueños me han abandonado, quiero encontrar un motivo para salir de aquí, pero, todos me han dejado sola. Él se ha encargado de que me alejara de todos, ha minimizado mi mundo a su sola presencia, me ha llevado a ser presa de sus deseos. Lo único que escucho es su voz cuando me grita o en su defecto, cuando tiene uno de esos días donde parece regresar a ser el hombre del cual me enamore y me habla con cariño. Nunca creí que esperaría con tantas ansias cada una de sus partidas afuera de la ciudad. Mucho menos creí que desearía tanto que me quisiera dejar al encontrar otra mujer del cual él se obsesionara como lo está conmigo…”

Abandono mi bolígrafo al escuchar el sonido de mi móvil sonando, y contesto con dudas al no reconocer el número de teléfono, últimamente he tenido miedo de muchas cosas —Hola— 

—¿Podría hablar con la señorita Antonella Andreani?— Pregunta una voz femenina del otro lado. 

—Habla con ella— Contesto insegura y desgano mientras que mis dedos quitan las lágrimas que comenzaban a derramarse de mis ojos mientras que escribía. 

—Le habla Lara Sender de la oficina de recursos humanos de la revista Midira. Hemos recibido su aplicación de empleo para la posición de editora con la división en castellano y quisiéramos entrevistarla— Me informa la mujer y ella no tiene idea de lo que esta oportunidad significa para mí. 

En este momento siento que por fin hay algo que está comenzando a salir bien en mi vida, o al menos eso espero, aunque las ilusiones últimamente han ido desvaneciéndose —Si, por supuesto, cuenten conmigo para esa entrevista ¿Cuándo debo estar en su empresa?— Pregunto y al verme en el reflejo del espejo que está en la pared justo al frente de mi escritorio, me doy cuenta de que estoy sonriendo por primera vez en mucho tiempo. 

—Tenemos un poco de urgencia con esta posición, si puede venir mañana a las diez sería perfecto— Me informa y aun no me lo creo.

—Si, allí estaré sin ningún problema— Afirmo.

—Perfecto, le enviare toda la información por correo electrónico. La vemos mañana— Anuncia y después de despedirnos, termina la llamada. 

«No lo puedo creer. Me han llamado para una entrevista de trabajo con una de las revistas más famosas de Francia» Pienso y por fin una luz aparece en el camino.

 Quizás no sea el trabajo de escritora que tanto deseo, mucho menos es una editorial anunciándome que están interesados en publicar algo de todo lo que he escrito, pero al menos es mucho mejor que trabajar en un bar y tener que depender de Ian para poder vivir de una manera medianamente digna. Quizás es mi oportunidad para poder liberarme un poco de las ataduras que él ha impuesto en mí. Evidentemente no le diré nada acerca de la entrevista de trabajo, no puedo hacerlo. Él tiene el don de arruinar todo lo que puede llegar a ser bueno para mí y no le dejare que vuelva a hacerlo. 

Respiro profundo, cierro mi diario, lo guardo en mi pequeño cajón secreto, y salgo del estudio. Hace más de un año y medio que vivo en esta enorme casa y cada día que pasa la siento menos mía. Todas las paredes, retratos, objetos, y aromas son suyos. Este es el castillo donde me encuentro presa y que algún día creí que viviría mis más hermosos sueños, pero nada esta más lejos de la realidad. Aquí soy tan solo una princesa de nadie porque el príncipe ha dejado de existir hace muchísimo tiempo.