Parte 1
Era una mañana de un frio invierno, estaba yo en mi oficina sin mucho trabajo, viendo el paisaje de la bella ciudad de Estrasburgo a través de mi ventana. Acomodaba algunos archivos mientras que me distraía con algún documento, Karina, mi asistente personal, también estaba ayudándome con esta tarea. Sin embargo, esto se vio interrumpido cuando alguien llamo a la puerta. Ella, como de costumbre fue a abrir y al hacerlo una mujer de cabello oscuro la miro como tratando de encontrar alguna respuesta.
—Buenas tardes, ¿puedo ayudarla en algo?— Pregunte amablemente al darme cuenta de que Karina no decía palabra.
Mientras que yo hablaba, la mujer entro a la oficina, pero sin cerrar la puerta detrás suyo —Si usted es Nicolas Naval, por supuesto que puede ayudarme. Si no es así, discúlpeme, pero es que…—
En ese mismo instante sonreí —Si, soy yo. Dígame ¿en qué puedo ayudarle?— Pregunte y en esta ocasión Karina fue quien cerró la puerta detrás de la mujer.
La mujer parecía estar un poco más aliviada al darse cuenta de que estaba en el sitio correcto, pero a pesar de esto, pude ver que algo más la preocupaba —Por si no me conoce, yo soy Angela Raymond— Pronuncio ella y su nombre me dejo pensando por un instante.
—¿No es usted la famosa reportera del canal 16?— Indague e intentaba preguntarle algo más, pero ella me interrumpió.
—Si, soy yo, y el motivo que me trae aquí es que quisiera que me ayudara a encontrar a mi compañero de trabajo Bernard. Hace tres días que él no aparece, y la última vez que lo vi fue el viernes durante las grabaciones del noticiero “Francia Ahora.” Después de eso no volví a tener noticias suyas, es más, lo he estado llamando, pero nadie contesto.— Explica y hace una pausa —Tengo entendido que usted es uno de los mejores detectives del país, si usted no puede encontrarlo, no sé quién pueda hacerlo— Continuo.
Después de estas palabras me quedé pensando en diferentes escenarios posibles e hice preguntas de rutina. Una de ellas fue si había ido personalmente a buscarlo a su residencia, y su respuesta fue contundente “por supuesto, fue lo primero que hice después de llamarlo.” Al darme cuenta de que los intentos básicos a la hora de buscar una persona habían sido hechos, la señorita Raymond y yo acordamos en que la ayudaría y por ende fui a buscar mi piloto, y mi lupa, un objeto que muchos detectives modernos ya no usan, pero que para mí es esencial.
—Lléveme a donde vive el señor Bernard— Le pedí una vez fuera de mi oficina.
—¿Su auto o el mío?— Cuestiono ella.
—El mío— Respondí sin titubear y de inmediato emprendimos camino hacia la residencia de su compañero de trabajo.
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