Capítulo 29: Sentido de Culpa
[GRECIA]
Al día siguiente: 28 de junio
«¿Quién es capaz de planear un viaje en menos de 24 horas a Mónaco?» Me cuestiono mientras que con culpa voy terminando de preparar mi equipaje. —Mamá, cambia esa cara— Escucho la voz de Bautista y al voltearme, allí está parado bajo el marco de la puerta de mi habitación.
Dejo las cosas a un lado, y camino hacia él —No quiero pasar tiempo lejos de ti, no si no se trata de algo urgente—Explico y acaricio su rostro.
—Mamá, ¿te acuerdas que cuando me detectaron esta enfermedad hicimos un trato?— Me recuerda.
Muchas veces olvido lo fuerte que es, y como es capaz de llevar esta enfermedad adelante como si fuese un adulto que ha vivido todo en esta vida. Sin embargo, es tan solo un adolescente de 14 años que tiene demasiadas cosas por vivir —Lo recuerdo hijo, pero eso no quiere decir que quiera separarme de ti— Insisto.
Me sorprendo cuando camina hacia mí y me abraza con esa altura que ya me supera —Mamá, te pedí que no pusieras tu vida en pausa por mí. Me prometiste que no lo harías, quiero que cumplas— Me pide haciéndome sonreír.
—Sabes los motivos por los que Cian y yo viajamos, ¿no?— Le cuestiono tratando de que no malinterprete la situación.
Dentro de todo lo que estamos haciendo con Cian, no solo me da miedo que él cambie su actitud, o se enamore. También me de miedo que Bautista se encariñe con Cian, que lo vea como esa figura paterna que siempre anhelo tener, y que cuando llegue el momento de que todo esto termine, él termine lastimado.
Mi hijo sonríe sin dejar de mírame a los ojos —Mamá, no me tienes que dar explicaciones. No soy un niño, entiendo la situación y entiendo también que eres rehacía a enamorarte—
—Bautista— Intercedo.
—Mamá, te has pasado toda tu vida criándome de la manera más correcta, te has encargado de enseñarme valores, de tratar bien a las mujeres… ¿crees que no entiendo que lo que te paso te ha cambiado para siempre?— Relata.
—Hijo, yo solo intentaba hacer que este mundo fuera un poco mejor teniendo un hombre tan bueno como tú— Me defiendo y sonríe.
—Cian también es un bueno hombre mamá, confía en él— Me pide haciéndome sonreír.
No puedo evitar acariciar su rostro y pensar en la suerte que tengo de tener un hijo como él —Lo es hijo, pero el amor y yo estamos enemistados— Explico cuando de repente escuchamos una falsa tos que nos hace mirar hacia la puerta y encontrarnos con Cian mirándonos desde allí.
—Perdón, estaba abierto— Se excusa —¿Estas lista?— Inquiere y asiento.
—Si, ya estaba terminando— Informo y rápidamente termino de armar la maleta —Hijo, si pasa cualquier cosa me dices ¿sí? Leticia y los padres de Cian estarán al pendiente de ti— Le dejo saber y una vez más escucho el sermón de que es un chico grande y que todo estará bien.
[…]
—¿Te encuentras bien?— Me pregunta Cian cuando ya estamos volando a Mónaco en su avión privado.
Asiento levemente —Si, solo me preguntaba en qué momento Bautista a crecido tanto— Respondo y su mirada esta acompañada de una gran sonrisa.
—Es un chico extremadamente inteligente y sensible— Menciona y asiento.
—Lo es, y a veces me cuesta entender que él puede tener opiniones acerca de tantos asuntos.— Relato.
—¿Cómo de nosotros?— Pregunta tomándome por sorpresa.
—Cian, aquí no hay nosotros… tan solo hay un acuerdo— Le recuerdo.
—Lo sé, pero eso no quiere decir que por ahora no estemos aquí juntos— Rebate.
Me asustan sus palabras, me asusta que Bautista lo quiera, soy una cobarde que intenta hacerse la valiente. Siento vértigo con toda esta situación que por momentos pareciera estar saliéndose de control —Cian, no compliques las cosas, no te encariñes con Bautista, no hagas que él se encariñe contigo— Le pido en lo que pareciera ser una súplica y por algún motivo algunas lágrimas se escapan de mis ojos.
—Grecia, no tengas miedo, no hago nada de esto para lastimarte o lastimar a tu hijo— Expresa mientras que quita las lágrimas de mis mejillas con la punta de sus dedos.
—Perdóname, estoy pasando por muchas cosas a la vez y me siento sobrepasada— Me justifico y sin que entienda porque , él sonríe.
—Entonces nos vendrán bien estos días en Mónaco para que te relajes— Dice animado.
—Viéndolo así, si— Me limito a responder y es que no sé si este viaje haga cambiar mi manera de sentir, pero al menos debo intentar estar mejor por mi bien y el de Bautista.
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